Andalucía podría sufrir 76 días de sequía en 2030 si sigue aumentando la temperatura media
COAG elabora un mapa interactivo donde puede consultarse los días que durará la sequía en el año 2030 si la temperatura media del planeta asciende 1,5 grados. Se puede consultar por municipios, provincias y comunidades autónomas
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos –COAG- ha elaborado un mapa interactivo dentro de su informe "Empieza la cuenta atrás. Efectos del cambio climático en la agricultura española". Según el informe, Andalucía será la comunidad autónoma más afectada por el cambio climático de la Península Ibérica, con una media de 76 días de sequía en 2030 si la temperatura del planeta asciende 1,5 grados centígrados, tal y como se prevé. Le siguen Extremadura, con una media de 68 días y Murcia, con 64 días.
Con estos pronósticos, desde COAG Andalucía defendemos que las administraciones hidráulicas tomen medidas para paliar los efectos de la sequía en la agricultura. Las reducciones en las dotaciones de agua, unida a la prematura ola de calor que experimenta el país y a los altos costes de las energías, provocan graves consecuencias para los cultivos andaluces. Sectores como el del olivar, tal como apuntan desde COAG Jaén, ya se están viendo afectados por la ola de calor del mes de junio, ya que las flores se han quemado y no ha quedado nada. Aunque aún es pronto para cuantificar las pérdidas en este sector, técnicos de COAG Jaén hablan ya de una próxima cosecha media baja, en la que los secanos son los más afectados.
Situándonos en un escenario de creciente calentamiento global, el incremento gradual de la temperatura aumentaría de forma claramente perceptible la intensidad y frecuencia de extremos climáticos como olas de calor, lluvias torrenciales y sequías (IPCC, 2014). Además, la subida media de la temperatura del planeta no afecta de forma homogénea a todos los territorios, sino que es mayor en zonas como la del Mediterráneo.
Consecuencias del aumento global de las temperaturas para la agricultura
En general, un aumento de la temperatura alargaría la estación de crecimiento de los cultivos y aceleraría su desarrollo, pero también podría provocar alteraciones fisiológicas si se superan ciertos umbrales. Estas podrían provocar daños tanto en la calidad nutricional y organoléptica como en la productividad, y llegar a desplazar o reducir las áreas de crecimiento óptimo, tal como recoge el informe elaborado por COAG.
La ola de calor del mes de mayo ya adelantó la estación de crecimiento de algunos cultivos, como es el caso de los cereales, que han perdido peso y calidad agravados por el aumento de las temperaturas en junio. A todo esto se une el factor del viento, que influye de manera negativa en la deshidratación de las cosechas. El girasol, el maíz o los viñedos, se ven afectados del mismo modo, reduciéndose la producción, pero también la calidad.
Consecuencias para la ganadería
Con el incremento del precio de los cereales, también sube el precio de los piensos que sirven para alimentar al ganado, teniendo en cuenta que los cereales son la base de la alimentación para gran parte del sector ganadero, que consume un 37% de la producción mundial. "En lo que llevamos de año, los cereales han sufrido una fuerte subida, como la cebada (95€ la tonelada) y la harina de soja (80€ la tonelada). Si retrocedemos al 2020 cuya cotización del pienso para cabras en lactación estaba en 233.94€/t en el mes de abril, el incremento es del 70% en los dos últimos años (precio actual 396.58€/t). Por otro lado, y si nos fijamos en los precios pagados en el sector agrario en el mes de enero de 2022, podemos ver que los fertilizantes son un 86% más caros que en el mismo mes del año anterior, los carburantes un 38% y la electricidad un 99.79% más", añade Antonio Rodríguez, responsable de Ganadería de COAG Andalucía
Igualmente, la sequía tiene un impacto directo en la reducción de los pastos de la dehesa. Aunque la dehesa está formada por bosques y vegetación bien adaptada a las condiciones de la península, el aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones podría aumentar el riesgo de incendios (ver gráfica) y la erosión, afectar negativamente a la regeneración natural de especies vegetales y debilitar las defensas frente a agentes patógenos.