domingo. 08.09.2024

La vida de Ana Obregón se rompió en mil pedazos el día 13 de mayo del 2020, cuando su hijo Aless, fallecía de cáncer a la corta edad de 27 años. Un día que la presentadora recuerda con tristeza y donde según ha mencionado en muchas ocasiones, ella "murió con él".

A día de hoy conocemos que la desolación de la actriz fue tal en los primeros días tras el suceso, que hasta se planteo quitar la vida. Esta es una de las revelaciones que cuenta su nuevo libro 'El chico de las musarañas' el cual empezó Aless y finalizó ella, estando ya a la venta.

En el epílogo de la obra, Ana Obregón se remonta a la noche de aquel fatídico 13 de mayo de hace tres años, cuando pensó en el suicidio para “irse” con su hijo. La actriz se encontraba en el apartamento de Barcelona, en el cual se alojó durante la última etapa de la enfermedad de su hijo Aless, cuando leyó un post que este no llegó a publicar. 

El texto de su hijo ya fallecido le produjo tal tristeza que le hizo salir al balcón, un séptimo piso, con una "decisión firme" de lanzarse al vacío para, una vez más, reunirse con él. Asegura que ya lo “tenía todo planeado al milímetro desde hacía veinticuatro horas", porque “si mi hijo moría antes que yo, no sufriría ni un segundo: me iría con él".

"Me empiné sobre la barandilla, que no era muy elevada (...). Saltar hacia el abismo era mi única opción de seguir viviendo", es el sobrecogedor testimonio de la presentadora sobre ese momento. Cuando estuvo a punto de saltar, "llamaron a la puerta". “Ana, Ana, abre la puerta por Dios”, escuchó. Este era Alessandro Lequio, padre de su hijo, y ángel de la guarda, que entró al apartamento junto a sus hermanas, Celia y Amalia.

El padre de Aless la convenció para que recapacitara y no cometiera una locura. "Tienes algo importante que hacer. ¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?", le dijo el italiano sobre los tres legados que había dejado el joven, entre ellos su deseo de ser padre.

Ana Obregón confiesa que estuvo a punto de suicidarse pero Lequio la salvó