domingo. 08.09.2024

Un gigantesco meteorito de unos 12 kilómetros de diámetro, conocido en la NASA como un "destructor total", impactó contra la Tierra hace 66 millones de años. Este choque creó un agujero de aproximadamente 180 kilómetros de ancho y levantó una columna de humo tan alta que bloqueó la luz del sol. Aunque el impacto del asteroide se menciona popularmente como la causa directa de la extinción de los dinosaurios del período Cretácico, los cambios en el ecosistema provocados por las cenizas y gases suspendidos también jugaron un papel crucial en la desaparición de muchas especies terrestres y marinas.

Los animales que lograron sobrevivir a esta era posapocalíptica desarrollaron una morfología más resistente para enfrentar las inclemencias climáticas. Especies que antes no salían de sus madrigueras durante el día para evitar a los grandes depredadores empezaron a interactuar libremente con su entorno. En cuanto a la vegetación, muchos árboles y plantas que conocemos hoy no existirían si los dinosaurios herbívoros, que las devoraban o aplastaban con sus enormes pezuñas, no hubieran desaparecido.

Un reciente estudio publicado en Nature Plants ha determinado que las semillas de uvas también se beneficiaron de la extinción de los dinosaurios. Investigadores encontraron en Colombia, Panamá y Perú ejemplares de semillas de uvas de entre 19 y 66 millones de años de antigüedad, coincidiendo con el período posterior al impacto del meteorito y la devastación subsiguiente de la fauna. Aunque no son las semillas más antiguas del mundo, ya que las más viejas se hallaron en la India, este descubrimiento es significativo porque marca el inicio de la expansión de las uvas.

Fabiany Herrera, paleobotánica en el Centro de Investigación Integral Negaunee del Museo Field de Chicago y autora principal del estudio, señala: "Son las uvas más antiguas que se han encontrado en esta parte del mundo, y son unos millones de años más jóvenes que las más antiguas, que se han encontrado en el otro lado del planeta". Este descubrimiento es crucial porque demuestra que las uvas no se extendieron globalmente hasta después de la extinción de los dinosaurios. Así, se puede concluir que la industria de la uva, su exportación y la explotación de los viñedos para producir vino, no habrían sido posibles sin la desaparición de estos depredadores prehistóricos.

Bebemos vino gracias a la extinción de los dinosaurios, según un estudio