El aislamiento térmico: manera rentable de afrontar los cambios de temperatura
Tras un comienzo de abril con unas temperaturas calurosas de récord, los termómetros han vuelto a bajar estrepitosamente por la llegada de un frente frío desde el Ártico. Ante este contexto climático extremo, la necesidad de implantar en el hogar medidas que ayuden a reducir la demanda energética en climatización y refrigeración toma más importancia que nunca, siendo las soluciones de aislamiento térmico una de las opciones más rentables y efectivas para conseguirlo.
SATE, sistemas de fachada ventilada, aislamiento de cubiertas, eliminación de puentes térmicos, aislamiento de cerramientos, carpintería exterior con rotura de puente térmico y vidrios de doble o triple acristalamiento, sistemas de inyectados en cámaras de aire, sistemas de aislamiento térmico por el interior... Estas serían algunas de las principales alternativas más utilizadas para prevenir la pérdida y/o entrada indeseada de frío o calor y reducir la demanda energética durante episodios climatológicos como los actuales, que es cuando más energía se consume en climatización. Especialmente, si tenemos en cuenta que, actualmente, la calefacción y refrigeración acaparan alrededor del 49% del consumo energético en España, según el instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Con el objetivo de contribuir a un impulso de la implantación de estas medidas, los expertos de Sto, compañía internacional especializada en la fabricación de SATE y fachadas ventiladas, exponen cinco cifras reveladoras que demuestran que las soluciones de aislamiento térmico son la mejor apuesta a la hora de plantearse realizar una rehabilitación energética:
· Alrededor de un 50% menos de demanda energética. Emprendiendo una rehabilitación térmica adecuada en edificaciones antiguas se pueden conseguir niveles de ahorro en energía demandada de alrededor del 50% en calefacción y refrigeración. Y es que, a través de estas soluciones, se evita la pérdida y/o ganancia de calor o frío y se mantiene una temperatura constante en el interior de la vivienda. Como resultado, se optimiza el uso de sistemas de climatización, y, por consiguiente, se reduce el consumo de energía a este fin.
· 10 grados menos en los días de calor. Cuando las viviendas no cuentan con un aislamiento adecuado es muy común que en épocas calurosas se alcancen unas temperaturas interiores elevadas, especialmente si la propiedad tiene orientación sur. Dejando a un lado la opción de encender el aire acondicionado, la mejor alternativa es recurrir a un buen aislamiento que impida que entre el calor extremo, permitiendo mantener temperaturas interiores más bajas.
· Amortización en un plazo de 5 a 10 años. Aunque la estimación puede variar según una serie de factores, como los sistemas y materiales utilizados, el tamaño y la ubicación de la propiedad, el clima local o el coste energético, el tiempo de amortización de una obra de aislamiento térmico, por ejemplo, con la instalación de un SATE, no supera los 10 años. En áreas con inviernos fríos o veranos muy calurosos - más aún en aquellos puntos donde se dan ambos escenarios a la vez, como ocurre en algunas zonas del centro peninsular - el potencial de ahorro es especialmente significativo y, por tanto, se recuperará antes la inversión.
· Vida útil de más de 40 años. En condiciones normales y con un mantenimiento adecuado, los sistemas de aislamiento térmico exterior (SATE) o los sistemas de fachada ventilada, dos de las intervenciones de mayor envergadura en materia de aislamiento térmico, pueden alcanzar una vida útil de más de 40 años, periodo que convierte a estas soluciones en las más eficaces y duraderas del mercado.
· Potencial de aplicación en el 80% de los edificios. Las ventajas del aislamiento térmico son aplicables en un elevado porcentaje del parque edificatorio. Tal y como muestran las últimas cifras oficiales emitidas por el Gobierno en el marco de las últimas novedades respecto al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el 45% de los edificios en España es anterior a 1980 y, por tanto, no cuenta con las condiciones térmicas adecuadas, lo que dejaría un elevado porcentaje de viviendas con un aislamiento térmico deficiente si no se han reformado después. Aunque esta cifra se ha reducido en los últimos años gracias a las diferentes ayudas impulsadas para la rehabilitación energética, lo cierto es que todavía más del 80% de edificios presentan calificaciones bajas (E, F y G) en términos de consumo energético. Por tanto, ahora mismo, son la mejor opción a la hora de plantearse realizar una rehabilitación energética.