Los meses de invierno se acercan poco a poco al viejo continente que lucha por obtener reservas de gas suficientes para superar el los meses más fríos del año. El escaso flujo que llega desde Rusia ha disparado los precios de gas en Europa hasta niveles diecisiete veces superiores a lo normal antes de la pandemia. Los mercados de futuros no prevén que el gas haya vuelto a precios parecidos a los anteriores a la pandemia todavía en 2026, y la posibilidad de un racionamiento energético en Europa está sobre la mesa.
Uno de los mayores síntomas de que el continente pasa por horas bajas, es el estado en el que se encuentra Alemania. El país bávaro, es el motor económico de la Zona Euro, sin embargo, la industria y los hogares alemanes son dependientes del gas ruso, que supone la mitad de las importaciones de Alemania. Si el país germano no es capaz de encontrar una alternativa energética y las peores previsiones se confirman y Putin cierra el grifo, la industria alemana lo pasará muy mal.
En Italia, la tercera economía más grande de la UE, las encuestas dan posibilidades reales de hacerse con el Gobierno en septiembre a la ultraderecha . El país tiene una deuda pública que roza el 150% del PIB y en plena escalada de subida de tipos de interés del Banco Central Europeo podría tener problemas para financiarse.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, condensó el pesimismo generalizado la semana pasada en su discurso de apertura del curso político. "Creo que asistimos a una gran convulsión, un cambio radical. En el fondo, lo que estamos viviendo es el fin de la abundancia, de la liquidez sin coste", expresó el francés.
Estamos ante el invierno más incierto para Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Además el poder adquisitivo de sus ciudadanos se ha ido erosionando por culpa de una inflación que se mueve en máximos no vistos en los últimos cuarenta años. En España, el IPC interanual promedia ya el 8,9% en 2022, mientras que los salarios solo han subido un 2,6%. A esa pérdida de poder adquisitivo hay que sumar la sufrida el año pasado, cuando los sueldos subieron un 1,5% y los precios un 3,1%.