El calor extremo y la falta de agua hace peligrar a la cosecha de aceite de oliva
La AEMO repasa la evolución anual de la cosecha de aceite, y no presagia una buena producción
El calor fuera de lugar que se vivió en mayo, los avisos por altas temperaturas de ahora en junio, un invierno que ha sido el más seco en el último siglo y la falta de riego en la mayoría de la cuenca del Guadalquivir esbozan un panorama para nada beneficioso para los productores de aceite de oliva, puntualizando las provincias de Córdoba y Sevilla.
La Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) ha avanzado "unas notas generales" sobre cómo está evolucionando la producción de la aceituna.
“Cada región es cada región, cada comarca es cada comarca, incluso cada finca es cada finca, por tanto lo que aquí señalamos es solo una impresión general, admitiendo que existen situaciones muy dispares”, puntualiza la asociación, que concluye asegurando que la producción no será buena porque el sector comparte unos factores claves que desgracian la producción de este año.
Los agrónomos de AEMO señalan por su parte que, actualmente, la "fase fenológica" de la aceituna está en el endurecimiento del hueso, momento clave para saber cómo será la campaña en otoño.
La la primera piedra en el camino de la evolución de la producción de aceite de este año comenzó ya en el mes de febrero y a consecuencia de la sequía, cuando las expectativas "eran bastante pesimistas". "La falta de agua en el suelo y un invierno seco, que sucedía a todo un año del mismo modo, nos señalaban crecimientos en la huerta y campos muy limitados y un estrés en el árbol que no presagiaban buena floración en el olivo, ya que este regula el futuro fruto en función de lo fuerte que se sienta", señalan.
Comenzó la primavera y con ella la lluvia. “Con acumulaciones de precipitaciones de 200 o hasta 300 litros en algunas zonas el panorama cambiaba. Siendo así, y considerando la gran capacidad de reacción del olivo, mejoraron sensiblemente las expectativas y esperanzas de una floración más favorable y por tanto una mejor cosecha futura”.
Durante la floración, en mayo, llegó el segundo momento crítico de esta cosecha. Un momento con dos episodios que volvieron a noquear las expectativas del sector: temperaturas históricos, superando dos días consecutivos los 40ºC en Córdoba, y otro de lluvias intensas que "lavaron" el polen del olivar.
“Con estos antecedentes entramos en junio y podemos hacer ya una primera valoración de los frutos viables en árbol, ahora que ya comienza la fase de endurecimiento del hueso”, confirman. “Podemos afirmar que la fructificación en general es a lo sumo media, y en algunas comarcas y variedades es baja, porque los citados episodios desfavorables de mayo han hecho mella en la viabilidad y el cuajado del fruto”, advierten.
“No olvidemos también que una superficie importante de olivar en riego, el más productivo, esta acusando las restricciones en las dotaciones de agua y el aumento del coste energético con lo que el potencial productivo de estas plantaciones se reducirá de una forma significativa”, exponen. “Nos atrevemos a vaticinar que la cosecha 22/23 en la Cuenca Mediterránea no será ni mucho menos alta, más bien media o media-baja según las zonas, basándonos en los datos que nos llegan de otros países productores, y en en el gran peso de la producción española en el global”, agregan.
AEMO espera que los precios del aceite de oliva sigan altos. “El balance entre oferta y demanda para la próxima campaña de producción y comercialización será equilibrado”, señalan. “Este precio de equilibrio estará también a merced de la compleja evolución de otros muchos factores globales que influirán en mayor o menor medida, como la tensa situación del mercado de grasas vegetales derivado de la crisis de Ucrania o los efectos de la inflación en el consumidor, entre otros”, concluyen.