La pandemia, en 2020 y 2021, y la actual crisis de abastecimiento de energía, que hacen prever un duro invierno especialmente en Centroeuropa, están relegado de las agendas el compromiso de 2019 de la Comisión y del Parlamento Europeo, que ya se había comenzado a impulsar, para terminar con el sistema de cambio de hora de cada año los últimos fines de semana de octubre, donde se entra en el horario de invierno, y de marzo, para el de verano.
Aunque los expertos en salud pública siguen insistiendo en que los cambios de horarios aumentan sensiblemente las molestias e incluso trastornos para un amplio sector de la población, lo que se traduce en un mayor gasto médico y en otro tipo de perjuicios económicos para muchos individuos y familias, la comercializadora de energías renovables Unieléctrica reconoce que no es el momento de despreciar el ahorro que se consigue con el cambio horario, más aún cuando se le pide a toda la sociedad un esfuerzo en ese sentido.
Al respecto, Unieléctrica recuerda cifras como las que barajaba la Comisión Europea en 2019 cuando, por ejemplo, el gestor de la red de transporte de electricidad (GTR) detectaba en Italia con cifras de 2016 que el ahorro que supone el cambio representa unos 580 GWh, lo que se traducía por entonces en 94,5 millones de euros. En Francia, la cifra de ahorro dada por la empresa pública EDF rondaba los 1.200 GWh, mientras que en Alemania se consideraba "irrelevante" el número al compensarse el ahorro en iluminación por el mayor gasto asociado a actividades de ocio y en España cifraba el ahorro en un 5% del consumo energético, unos 300 millones de euros.
Sin embargo, estas cifras, algunas de ellas incluyeron ya costes finales para el consumidor e impuestos pertinentes como en el caso de Italia, habría que multiplicarla al menos por dos, tres o más tras la subida de los costes en año y medio en el mercado mayorista, recuerda Alberto Martínez, director comercial de Unieléctrica. De hecho, dando por bueno el ahorro del 5% que se estima para España gracias al sistema de cambio de horario, esa cifra supondría un millar de euros menos en el consumo, teniendo en cuenta que el coste de toda la energía consumida en el país suponen 20.000 millones anuales.
Paralelamente, y a pesar de que el debate parece congelado en Bruselas, los expertos siguen estudiando fórmulas para terminar con los cambios de hora y, sobre todo, para una racionalización de la actividad diaria que permita el mayor ahorro, eficiencia laboral y posibilidad de compatibilizar el trabajo y el ocio. Al respecto, la conferencia Barcelona Use of Time Week, celebrada esta semana, sirvió para la presentación de un proyecto por parte de expertos que propugnaban adaptar el horario europeo a la hora solar con un plan en dos pasos. En una primera fase, todos los países se quedarían en el horario de invierno (no se cambiaría el reloj en marzo) durante los 7 meses correspondientes al horario de verano. Más tarde, en octubre, una serie de países, además, atrasaría otra hora el reloj: los casos de España, Portugal, Bélgica, Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos.
"Más que el cambio de hora, lo que nos interesa es el cambio de uso horario, adaptarnos al sol", lo que nos obligaría en España a quedarnos no solo con el horario de invierno, sino incluso retrasarlo una hora más. Para entendernos: que en diciembre se ponga el sol a las 16.30 horas y en verano a las 19.30. "Aunque ello, lógicamente, supone no solo un cambio de reloj, sino un cambio de horario general que debe consensuar toda la sociedad. No tendría sentido, por ejemplo, tener un horario comercial que, en invierno, se adentraría hasta cuatro horas en la noche", explica Alberto Martínez.