La patata nueva andaluza y murciana atraviesa un momento crítico. Mientras los agricultores de ambas regiones están en plena campaña de recolección, los supermercados españoles están apostando por patatas importadas de Israel y Egipto, desplazando el producto nacional en los lineales.
Según ha denunciado Alberto Duque, responsable estatal del sector de la patata en COAG, el retraso deliberado en la compra de patata española está creando una presión artificial a la baja en los precios de origen. “Estamos siendo testigos de una estrategia premeditada que perjudica directamente al productor local”, ha asegurado Duque.

La preferencia de las grandes cadenas de distribución por patatas foráneas no solo amenaza la viabilidad económica del campo español, sino que también tiene un importante impacto ambiental. COAG advierte que esta política comercial compromete hasta 4,2 millones de jornales en zonas rurales de España, clave para la economía agrícola.
Además, el coste medioambiental de esta decisión también es elevado: el transporte internacional de estas patatas supone la emisión de 3.376 toneladas adicionales de CO₂, lo que equivale a más de 10.600 vuelos de ida y vuelta entre Madrid y París por persona.

Ante esta situación, COAG solicitará al Ministerio de Agricultura y a las consejerías autonómicas afectadas que intervengan de forma urgente. El objetivo es proteger la producción nacional de patata nueva, una de las más valoradas por su calidad, sabor y frescura, y evitar el abandono del cultivo por falta de rentabilidad.
La organización agraria también pide al consumidor que apueste por la patata nacional de temporada, como un gesto de apoyo al agricultor local y a la sostenibilidad ambiental.