Un estudio sobre la profundidad del suelo en EEUU determina cómo el clima y el uso humano afectan a su erosión
En el trabajo ha participado el investigador de la UCO Tom Vanwalleghem junto a autores de la Universidad de Wisconsin-Madison y Oregón en EEUU y de la Universidad de Minas-Gerais en Brasil
En los últimos tiempos, la preocupación por la 'salud del suelo' ha ganado espacio entre las prioridades públicas. A través de su Ley de vigilancia del suelo, la Unión Europea se ha marcado como objetivo lograr suelos saludables en sus países miembro para 2050.No es un reto menor: mientras el cambio climático y la actividad humana aceleran su deterioro, se calcula que se necesitan alrededor de mil años para formar 2,5 centímetros de suelo. Es decir, el suelo se está erosionando más rápido de lo que se forma, y eso supone un evidente problema dado que este recurso natural no renovable es esencial para la vida.
En este contexto, comprender las variaciones y dinámicas que sufre el suelo puede ayudar a implementar medidas de conservación que limiten la pérdida de este recurso. Ese es el objetivo del estudio realizado por investigadores de España, Brasil y EEUU mediante datos recogidos entre 1950 y 2018 en los 48 estados contiguos de EEUU. En este trabajo participa el catedrático de la Universidad de Córdoba Tom Vanwalleghem, que forma parte del grupo de investigación de Hidrología e Hidráulica Agrícola de la Unidad de Excelencia 'María de Maeztu' Departamento de Agronomía (DAUCO).
El investigador explica que la profundidad de suelo determina la fertilidad agrícola, controla el ciclo hidrológico y la biodiversidad, de ahí que "conocer la variabilidad de su profundidad sea importante, ya que permite adaptar el manejo agrícola, como la fertilización o el riego, y diseñar medidas de conservación de suelo adaptadas a cada zona".
La investigación es pionera ya que no es habitual que un análisis de erosión abarque un espacio de tiempo tan amplio: 69 años frente a los tradicionales estudios de erosión que se limitan en el tiempo a un par de años, lo que impide captar la evolución a largo plazo o el efecto de tormentas extremas. Esto ha permitido detectar, por ejemplo, una pérdida importante de la capa superior del suelo en las Grandes Llanuras, donde predomina uno de los tipos de suelo más productivos en el ámbito agrícola como es el Molisol; así como en las zonas de pendiente y en general en zonas de cultivo.
Para la realización del estudio se ha analizado la variabilidad espacial del suelo usando métodos estadísticos punteros, como los Modelos Aditivos Generalizados (GAMs), y utilizando técnicas de 'big data'. Además, los investigadores analizaron una base enorme de datos de la profundidad del denominado "horizonte A" -la capa superior del suelo- y de la profundidad total en 37.712 y 22.409 localizaciones de Estados Unidos, respectivamente.
La amplitud de esa base de datos, estudiada además a lo largo del tiempo, ha permitido analizar también la evolución del suelo a lo largo de esos 69 años, determinando que la profundidad del "horizonte A" y la profundidad total del suelo están relacionados con la humedad del suelo y la temperatura, respectivamente.