La idea surgió por un documental que vio el director sobre este problema que sigue existiendo en la actualidad. Al informarse sobre ello, algo se rompió dentro de él y decidió plasmarlo en una película.
Para recibir mayor información, contactó con el agente federal Tim Ballard, quien había estado trabajando en misiones especializadas de crímenes contra los niños. Fue entonces cuando Monteverde se dio cuenta de que la realidad era mucho peor de lo que se esperaba.
La historia que más impactó al director fue la de Lili, una niña de doce años que fue raptada en Tegucigalpa, Honduras para ser llevada a New York y ser violada entre 30 o 40 veces al día.