jueves. 21.11.2024

 

 

Cruz Roja se ha volcado en Valencia para atender los estragos que causó la DANA el pasado martes 29 de octubre, una tragedia de "tal envergadura" que ha "devastado" incluso a los profesionales y voluntarios con experiencia que trabajan en la zona cero: "Nadie está preparado para vivir algo así".

Pero la afrontan desde el optimismo: "Mañana será mejor", recalca la técnico de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja Española, Merche Mora. Cada día llegan a más personas, ofrecen mejores respuestas. "Y estaremos hasta que sea necesario", recalca a Europa Press.

Así, explica que "el desafío" de este emergencia, de la que no recuerdan una similar en España, fue que se desarrolló en un entorno urbano, de gran extensión y muy poblado. Parte de la propia infraestructura de Cruz Roja también quedó afectada. Han perdido cinco sedes y su almacén logístico de Picanya.

Y han conseguido dar "una respuesta global" que van "adaptando y flexibilizando" en función de la evolución de las necesidades. Casi tres semanas después han movilizado más de 5.420 recursos humanos que han realizado más de 226.000 asistencias, 16 albergues que han dado cobijo a cerca de 4.300 personas en 15 localidades, y cuentan con 30 puntos de distribución de bienes, han repartido más de 123.200 manutenciones, cerca de 4.100 mantas y unos 34.700 kits higiénicos.

Así, explica, han pasado de las tareas de limpieza y desescombro de los primeros días a la estrategia de recuperación, al reparto de lo que van pidiendo, de botellas de agua a productos de limpieza, y ahora también medicamentos para crónicos en sus domicilios gracias a un acuerdo con el colegio de farmacéuticos, estufas y mantas con la llegada del frío o la entrega de tarjetas monedero. "Acercamos la ayuda donde es necesaria", garantiza.

También colaboran con Salvamiento Marítimo en las operaciones de búsqueda y rastreo de víctimas y retirando elementos que pueden suponer un peligro para la navegación. "Lo que más me ha sorprendido es el silencio en radio, se reserva para los mensajes importantes", señala.

Seguirán trabajando sin fecha de retirada. "Cruz Roja estábamos, estamos y seguiremos estando", subraya. Ya trabajan en un plan a tres años que pasa por tres fases: respuesta inmediata, recuperación y fortalecimiento y resiliencia. "Las emergencias llega un momento en que dejan de ser noticiables, pero las necesidades continúan", advierte.

Por otra parte, lamenta los bulos que circulan por la red sobre su trabajo y recomienda informarse a través de medios oficiales y de fuentes contrastadas. Cruz Roja, remarca, cuenta con un portal de transparencia con sus cuentas auditadas y en el que publica todos los datos. "Lo que nos inquieta de las campañas de desinformación son los efectos que tienen las personas que pueden recibir nuestra ayuda, que haya alguien tres días sin insulina porque alguien le dijo que no nos avisara", lamenta.

"NUNCA HABÍA VISTO TANTO DOLOR"

Por su parte, María Esteve, voluntaria psicóloga que lleva cuatro años trabajando en el ERIE, reconoce que "nunca" habían participado en una emergencia de "este calibre", ni siquiera la del incendio de Campanar en la que también participó: "He escuchado relatos que soy incapaz de imaginar porque mi mente no llega a ello, nunca había visto tanto dolor y son ya muchos días de emergencia".

"Somos personas que estamos muy entrenadas, tenemos mucha experiencia y tenemos formación, pero llega un punto que te sobrepasa", señala. Y más al personal que es de Valencia porque "quién más o menos tiene algún amigo, alguna familia, algún compañero que es de la zona afectada".

Ella, junto a su equipo, se movilizó a la zona cero desde el mismo viernes 1 y desde entonces no han parado, muchas horas seguidas, muchos turnos, voluntarios que se pidieron vacaciones en sus trabajos y que han agotado sus días libres para poder volver y atender "historias escalofriantes" de las víctimas. Los primeros días, rememora, eran de "atención de urgencia a las víctimas, a personas con trastorno mental que estaban sin medicación, a personas vulnerables, personas mayores, que vivían solas o con una patología previa, y también ayudando a los profesionales a la coordinación".

Tras más de dos semanas, el shock inicial de los vecinos va dando paso a las primeras sintomatologías de problemas de salud mental, "no dormir bien, cuestionarse el sentido de la vida, un dolor increíble el que siente quien han perdido familiares, el que sienten los supervivientes". Cruz Roja actúa directamente en la emergencia, luego se deriva al circuito de salud mental de la Generalitat.

Pero también están atendiendo a los voluntarios, a los propios profesionales de los cuerpos de seguridad y emergencias, se ayudan entre los propios psicólogos. "He encontrado muchísimo desbordamiento emocional, mucha culpa, hemos atendido a policías que venían de fuera de Valencia y que se sentían muy frustrados por tener que volver a sus casas sintiendo que dejas a la gente sufriendo, sin poder llegar a todos, duele mucho no poder ayudar a todos", confiesa.

Por eso trabajan "el autocuidado" y "la ventilación emocional" ayudándoles a sacar la emoción y relatar lo vivido y recordándoles que "deben comer, descansar, desconectar, tomarse un respiro para poder seguir". "Tenéis que beber agua", llegan a decirles.

Pese al duro trabajo, se queda con el "cariño" que se llevan. "Es lo más bonito que hemos vivido, ver a los propios vecinos sacar lo poco que les queda para quien más lo necesitaba, ver a voluntarios de todas partes de España, jóvenes pasar un día entero con familias a las que no conocían para limpiar su garaje y luego darse un abrazo, son personas que no se van a volver a ver, pero se han salvado ese día". "El amor y el cariño también salva a las personas", apostilla.

Por su parte, Cristina Cayuela, de Creu Roja Joventut Barcelona, se ha movilizado con el ESIE para atender a los niños en las ludotecas que han abierto y en espacios seguros en los albergues para que sigan con sus juegos. "Es importante que socialicen entre ellos", recalca. Además, permite a las familias afectadas realizar las tareas necesarias para tratar de recuperar su normalidad, desde limpiar sus casas, ir a trabajar, a por documentos o a la farmacia.

Ha acompañado a unos 50 niños hasta el momento. La mayoría, indica, está "muy alterados" por el cambio de sus rutinas. "Nos llegó una donación pequeña, unos cuantos peluches, y un pequeño me preguntó: '¿Me lo puedo llevar a casa? Es que yo dormía con peluche", recuerda.

"MIEDO E INCOMPRENSIÓN"

Hay que entender, aclara, que para ellos las cosas importantes no son las mismas que para los adultos. "Sienten miedo e incomprensión a la situación, habían visto lluvias, pero no entienden por qué ahora ha sido diferente al resto, por qué no pueden ir al colegio y qué va a pasar en el futuro".

Por ello, en lo que más hay que "incidir en que entiendan porque en el momento en el que lo comprenden es mucho más fácil de asumir" y destaca que los niños están muy agradecidos de cualquier ayuda que reciben: "Cuando los recogen salen diciendo 'mañana quiero volver'".

Cruz Roja también se está encargando de fortalecer las atenciones sanitarias para descongestionar a los centros de salud, detalla Ángel García, técnico de la Unidad de Emergencias. Así, trabajan desde el primer día 15 equipos sanitarios en las localidades afectadas y en los puntos de atención, apoyados por ocho ambulancias, cuatro de ellas 4x4. Se encargan de dar soporte a la población y a las fuerzas de emergencias desplegadas en las tareas de desescombro y limpieza ya que son frecuentes los cortes, pequeños golpes, quemaduras o limpieza de ojos.

Cruz Roja se vuelca en Valencia: "Nadie está preparado para vivir algo así"