Un entorno ecológico estresante hace que árboles sean más vulnerables a la sequía

Los árboles son más vulnerables a las sequías bajo condiciones de calor extremo si viven en entornos ecológicos "estresantes", según un estudio liderado por investidadores del Instituto de Ciencias Forestales (ICIFOR-INIA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Para llegar a esa conclusión, los científicos han analizado el patrón de mortalidad y la estrategia funcional relacionada con la supervivencia de encinas en bosques que sufrieron un evento de mortalidad extraordinaria motivado por la mayor sequía de los últimos más de 100 años.

Así, han recogido muestras de árboles vivos y muertos en dos bosques de encinas situados en el centro de España. Tras ello, han combinado simulaciones de modelos de flujos de carbono y agua con datos multifuncionales observados en los árboles: dinámica de crecimiento, arquitectura del sistema hidráulico del xilema, contenido en nutrientes en la zona de crecimiento del árbol, estimaciones indirectas de tasas de intercambio de gases en las hojas, etc.

Los resultados, publicados recientemente en la revista 'Agricultural and Forest Meteorology', muestran que los árboles muertos y los supervivientes no siguieron las mismas estrategias funcionales de respuesta al estrés en relación con el nicho abiótico en el que se encontraban. Así, los árboles que murieron habían formado sistemas vasculares más eficientes, con mayor densidad y mayor tamaño de vasos que los árboles que habían sobrevivido, a pesar de lo cual mostraron un estado nutricional deteriorado.

Otros indicadores sugirieron que los árboles muertos mantuvieron de forma sistemática una regulación estomática más estricta y se vieron obligados a depender de agua más profunda, probablemente proveniente del lecho rocoso de granito fracturado. Mientras, los árboles sobrevivientes se beneficiaron de suelos con mayor capacidad de retención de agua, lo que contribuyó a amortiguar el estrés hídrico.

En definitiva, los científicos han concluido que árboles muertos expresaron una paradoja funcional: aunque su estrategia a largo plazo hizo frente con éxito a un mayor estrés hídrico, no pudieron soportar el aumento adicional del estrés durante una sequía sin precedentes. El investigador del ICIFOR-INIA y primer firmante del artículo, Guillermo Gea-Izquierdo, ha explicado que, según los resultados, los los árboles muertos estuvieron sometidos a un nicho más estresante, es decir, su respuesta fisiológica estuvo más limitada por vivir en condiciones con menor disponibilidad de agua.

Asimismo, ha incidido en que el trabajo tiene implicaciones para la gestión de bosques bajo condiciones de cambio global ya que la microtopografía proporciona refugios o posibilidades para que diferentes especies puedan sobrevivir de forma diferencial a las condiciones de cambio climático que se esperan. Esto tiene consecuencias directas en labores de restauración ecológico-forestal tanto de elección de especies, como de su distribución en el paisaje.

"Además, al ser un trabajo multifuncional, ofrece una representación bastante completa de la aclimatación y plasticidad funcional que ha llevado a unos individuos a sobrevivir, mientras que otros en la misma población han muerto", ha concluido.