El huso horario, un enemigo más en las noches sofocantes
Las noches calurosas se han convertido en un problema creciente de salud pública en España, ya que pueden interferir de forma grave en el descanso nocturno, con importantes repercusiones en las personas más frágiles o con patologías crónicas. La tasa de mortalidad se dispara durante estas noches en las que los termómetros no bajan de los 20 °C (noches "tropicales"), de los 25 °C (noches "tórridas" o "ecuatoriales"), y sobre todo de los 30 °C (las temidas noches "infernales").
En el actual contexto de calentamiento global, las temperaturas mínimas también están aumentando y cada vez se registra un mayor número de noches tropicales, tórridas o infernales. Las olas de calor llegan cada vez más pronto al hemisferio norte, que ya sufre estos episodios con una frecuencia seis veces mayor que en la década de 1980, intensificados en las ciudades por el efecto "isla de calor" -las áreas urbanas son significativamente más cálidas que su entorno rural circundante, como consecuencia de las construcciones y de las actividades humanas-. Además, en España habría un factor añadido que empeoraría aún más las condiciones de sueño durante estas noches de calor extremo: el desequilibrio entre la hora oficial y la hora solar.
"El desajuste horario es un factor que ha contribuido a que cada vez sea más difícil descansar en las grandes ciudades durante las noches de calor", declara a RTVE.es el divulgador científico y escritor Vicente Aupí, quien opina que el horario oficial español "está desfasado dos horas con respecto al ciclo natural". "Si, además del calentamiento global y el efecto isla de calor, estás en un horario en el que te acuestas en el peor momento, con el termómetro por las nubes, porque todavía no ha bajado la temperatura, hace que conciliar el sueño sea bastante más complicado", mantiene.
"Bajo mi punto de vista, con este desfase horario, las horas en las que empieza a refrescar se retrasan respecto a lo que ocurriría si tuviésemos un horario más adaptado al ciclo solar, al ciclo natural", expone este especialista, quien recuerda que España se alineaba con el horario oficial que marcaba el meridiano de Greenwich, hasta que en 1940 el Gobierno de Franco decidió cambiarlo y adelantar una hora el reloj oficial. Aunque en principio la idea era hacerlo de manera temporal, nunca se volvió al horario anterior, ni con Franco ni con ninguno de los gobiernos de la democracia. "Desde 1940 tenemos en España el reloj con una hora adelantada en invierno", expone Aupí, para recalcar que "encima, después adoptamos el horario que establece la Unión Europea, y cuando se aplica el horario de verano, que dura siete meses, lo que hacemos es añadir otra hora más de desfase horario, con lo que tenemos dos horas de diferencia".
Temperaturas máximas, entre las 17:00 y las 19:00
Este experto considera que "lo lógico sería que la temperatura máxima se produzca una o dos horas después del mediodía local, es decir, del momento en el que el sol está en el punto más alto por encima del horizonte", aunque "es evidente que esto no ocurre así y estamos teniendo las temperaturas máximas entre las 17:00 y las 19:00 horas en la mayor parte del territorio español". Otro de los problemas derivados, que puede tener un impacto significativo en la salud de las personas, es que "se suele hablar de la importancia de la protección solar durante las horas centrales del día, pero no se explica que estas horas centrales no son las que marca el reloj, que va dos horas por detrás, por lo que las 12:00 no es el momento de mayor peligro en la mayor parte del territorio peninsular y de Baleares, sino que sería entre las 14:00 y las 18:00 del horario oficial".
Los registros indican que en la mayoría de las ciudades españolas, especialmente en las medianas y pequeñas, donde el efecto isla de calor no es tan acusado, la temperatura desciende varios grados entre la medianoche y las 02:00 horas, por lo que "si nos acostáramos a medianoche y el horario fuera el de Greenwich, ganaríamos varios grados de frescor". "Vamos a seguir pasando calor, pero lo que hace ese desfase horario es complicar aún más las horas de descanso, porque puede que parezca que un grado o dos de diferencia no van a ninguna parte, pero sí que lo hacen para alcanzar lo que llamamos bienestar climático", indica Vicente Aupí, quien colabora habitualmente con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Para dormir mejor en estas noches sofocantes, otro de los puntos en los que cree que hay que incidir es en la adaptación de las ciudades españolas a la nueva realidad climática, aumentando su superficie vegetal, "igual que están haciendo otros países como Francia, Reino Unido, Alemania o Suiza". "En las áreas metropolitanas de España, la proporción de zonas verdes es muy inferior a las del resto de Europa, y no sirve la excusa de que aquí llueve menos, porque existen especies que se adaptan perfectamente a nuestro clima", subraya este especialista, quien asegura que "en una simple calle, la sombra de los árboles es capaz de reducir las temperaturas máximas a mediodía entre dos y cuatro grados con respecto a una zona que está totalmente expuesta al sol".
"Al final se trata de un cúmulo de factores que, si los trabajásemos un poco, no digo que se solucione el problema, pero ganaríamos puntos de cara a que la gente pueda descansar mejor", concluye Aupí.