Se reduce un tercio la cifra de incendios forestales en España
Se reduce un 50% el territorio quemado
El incendio que arrasó 2.300 hectáreas en La Estrella, Toledo, tras un accidente vehicular, es un triste reflejo de la temporada de incendios forestales en España este verano. Este fuego, el segundo más grande del país tras el de Andújar (Jaén), que afectó 3.600 hectáreas, destaca por la rapidez con la que se propagó y por la complejidad de su extinción, la cual requirió cinco días de intenso esfuerzo por parte de cientos de efectivos.
Pese a la reducción en el número total de incendios y en la superficie quemada en comparación con la media de la última década, los grandes incendios forestales (GIF), aquellos que superan las 500 hectáreas, siguen siendo un desafío constante. Además, cada vez más zonas habitadas se ven amenazadas, especialmente en áreas donde la falta de "paisajes mosaico", que actúan como cortafuegos naturales, facilita la propagación del fuego.
Este verano, según datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco), se han registrado 4.742 incendios, un 35% menos que la media del último decenio, y 42.314 hectáreas quemadas, casi la mitad de la media anual. Sin embargo, los 16 grandes incendios forestales que se han producido indican que, aunque hay menos siniestros, los incendios son cada vez más agresivos y difíciles de controlar.
Elena Hernández, jefa del departamento de defensa contra incendios forestales de Miteco, señala que la variabilidad meteorológica ha jugado un papel clave en la temporada, con un junio más húmedo y menos olas de calor, lo que ha contribuido a una menor incidencia de incendios graves. Sin embargo, el problema de fondo sigue siendo la falta de gestión del territorio, lo que permite la proliferación de pastos y matorrales que facilitan la propagación rápida del fuego.
WWF, por su parte, alerta sobre el creciente riesgo de que los incendios afecten zonas urbanas, transformando lo que antes eran problemas rurales en emergencias sociales. La ONG subraya la necesidad de recuperar usos del suelo que generen "paisajes mosaico", más seguros desde el punto de vista de los incendios, y que ralentizarían la propagación del fuego, permitiendo una mejor respuesta por parte de los dispositivos de extinción.
Marcos Gómez, portavoz de la Asociación de Trabajadores de las BRIF, confirma esta tendencia y destaca que, este verano, los incendios han afectado principalmente a pastos y matorrales, lo que complica su control. La situación en La Estrella, Toledo, es un claro ejemplo de cómo la continuidad del paisaje y las condiciones meteorológicas pueden convertir un incendio en una amenaza de gran magnitud en cuestión de horas.
Desde el Miteco y organizaciones como WWF, se hace un llamado a la necesidad de desarrollar estrategias preventivas a nivel de paisaje que no solo ayuden a controlar los incendios, sino que también protejan a las comunidades y al medio ambiente de los efectos devastadores del fuego. La clave, según expertos, es combinar la conciencia ciudadana con una gestión territorial adecuada para enfrentar los retos que el cambio climático y el abandono rural plantean en la lucha contra los incendios forestales.