Creo que durante los 9 años que vivo en España, alrededor de 90% de las personas recién conocidas me mencionan que les gustaría ( o que ya lo han hecho) visitar Rusia. Y por normal general, bajo el concepto de “Rusia” en otros 90% de los casos se entiende Moscú o San Petersburgo. Y si, por mi propia vergüenza, de lo segundo no puedo opinar, de Moscú sé lo suficiente, como para querer compartir lo que es la capital rusa en todo su esplendor.
Uno de las detalles, que enamora realmente a todos los turistas que vienen a Moscú, no es la grandeza de los edificios, ni el ritmo de vida que llevan los rusos, no. No es la cultura post – soviética. No es la costumbre de beber té a todas horas. No, no son esos detalles ( aunque contribuyen, hay que admitirlo.) Si todavía no tienes la respuesta, te la doy: es el metro.
Los que viajan mucho, saben que el metro en todos los países sigue el mismo patrón y más o menos el mismo diseño: el mínimo de decoración, lo justo y necesario para cumplir su función de transporte público. Pero en Moscú…en Moscú el metro es una obra de arte. Es un museo, lleno de unas auténticas joyas.
No en vano, lo llaman el Palacio Subterráneo. Inaugurado en 1935, cada proyecto de la estación es único, no hay ninguna estación que sea parecida a la otra. Los diseños tenían la intención de pronosticar un futuro brillante para el imperio, basándose en dos pilares del diseño: la luz ( свет ) y el futuro brillante ( светлое будущее). Es por ello, que muchas de las estaciones tienen bustos de líderes soviéticos como Lenin o murales con elementos de propaganda soviéticos estándar como el Homo Sovieticus. La mayor parte de la arquitectura y decoración se construyó con la intención de ser un escaparate para artistas, ideales e íconos soviéticos. Todas las estaciones presentan características únicas y especiales, pero entre todo este poderío, algunas son realmente notables y no sólo por el diseño, sino por el mensaje que transmiten. Sobre todo se trata de un mensaje histórico, un aspecto ideológico, o un evento histórico, como siempre alabando a la vida del país y sus naciones y héroes individuales:
Маяковская (Mayakovskaya)
La estación con el estilo gótico soviético fue reconocida como la mejor estación del mundo y se llevó el Gran Premio Internacional de Arquitectura de París en 1937 y de Nueva York en 1939.
Mayakovskaya fue una estación construida en muy poco espacio y muy limitada por la altura, debido a las construcciones de otra línea por encima de ella. La poca altura y el espacio estrecho daban una sensación de agobio y presión, una cuestión que había que resolver. La solución llegó, donde menos se esperaba: a través de las columnas: aunque quiten espacio, revestidas de acero inoxidable y granito rojo reconstruyeron el efecto de amplitud, además de darle el efecto gótico.
Bajo el temor de que la gente se sintiera agobiada, recordándole constantemente que está debajo de una masa de tierra que podría aplastarle como a un bicho, se necesitaba una solución rápida. Bajo la supervisión de A. Dushkin, inspirado en el cielo de Panteón, se creó una ilusión del cielo a través de una ventana. Allí es como llegó la idea de los mosaicos en “las ventanillas”, que en su totalidad son 34. Normalmente nadie se da cuenta de su existencia, obviamente no vamos andando con la cabeza hacia arriba, pero la sensación de luz existente es justo ese efecto que quiso conseguir.
La estación es famosa, no solo por ser también muy bella (demasiado), sino por ser el lugar en el que Stalin pronunció su famoso discurso en noviembre de 1941, en plena II Guerra Mundial, con las tropas nazis asediando el Donbass y amenazando Moscú. En el discurso, Stalin celebraba el fracaso de la estrategia de guerra relámpago planteada por el ejército alemán, que no dio resultado en las duras estepas rusas.
Hoy en día, a pesar de ser una de las estaciones más estrechas, es la más ligera y espaciada del metro moscovita.
Комсомольская (Komsomolskaya)
Esta estación de la línea roja está considerada como una de las más bellas de todo el sistema. Diseñada por Dmitry Chechulin y A. Tarkhov fue de las primeras en ser inaugurada en 1935.
Esta es una de las paradas más bellas y emblemáticas. Más parecida a un palacio que a una estación, Komsomolskaya está conformada de mosaicos dorados en sus techos, cada uno de ellos, representando a un héroe nacional, como, por supuesto, era Lenin, que aparece dando un discurso en la Plaza Roja; los que liberaron a Rusia de la invasión polaca en el siglo XVII, salvándola de la religión católica (los rusos son cristianos ortodoxos); o el Mariscal Mijaíl Kutúzov, que venció a Napoleón en 1812. Al final de la misma, podemos admirar un busto de Lenin.
La arquitectura hace una alusión al apogeo de la URSS en el s. XX, donde se mezclan los elementos del clasicismo, barroco moscovita, y el estilo imperial. La idea inicial fue convertir a la estación en una especie de puertas para turista hacia la ciudad: al ser Komsomolskaya la estación de las estaciones ferrocarriles ( 3, para ser exactos) la intención era crear una primera impresión de lo que es Moscú. Misión cumplida con éxito.
Площадь Революции (Ploshchad Revolyutsii)
El mismo arquitecto de la Mayakovskaya, A. Dushkin, se encargó de recrear a la estación que literalmente significa La Plaza de Revolución. Inaugurada en 1938, la estación tiene una bonita historia detrás: su diseño está dedicado a los héroes de la revolución de 1917. La estación se convirtió en una galería de heroicos personajes de la revolución: marineros, campesinos, obreros y soldados que lucharon por la liberad. En total son 69 esculturas de bronce decorando las cuatro esquinas de sus 20 pilares, representando a la gente soviética.
Algunas de las esculturas tienen una poderosa carga cultural y de superstición. Por ejemplo, la escultura de la madre con el niño en brazos, desnudo trae el poder para toda aquella mujer que desee quedarse embarazada. Deberá tocar el pene del niño representado en la escultura; y, para que este retoño sea un varón, deberá tocar también el pie del niño representado en la escultura situada justo en frente. De la misma manera, pasar la mano por el gallo de la avicultora atrae la riqueza, y tocar el perro representado junto a un guardián fronterizo da buena suerte a los estudiantes.
Арбатская (Arbatskaya)
Inaugurada el 5 de abril de 1953, la estación Arbatskaya pertenece al estilo arquitectónico del “barroco moscovita”, que combina las tradiciones Moscovita (Ruso-Bizantino) con el estilo barroco del Oeste. Es la sustitución a la estación anterior que fue destruida por una bomba en 1941. Desde entonces, se diseñó de manera que pueda ser usada como refugio,especialmente en el caso de un ataque nuclear.
El vestíbulo principal, está diseñado con diversos arcos y lámparas esféricas que le dan un aspecto de túnel infinito. Sus tres pasajes, el central más dos plataformas para viajeros, están separados por grandes torres. Aunque en su interior predominan las formas redondeadas, el corte transversal del túnel principal es bastante elíptico, los pilones parecen inclinarse uno hacia el otro desde ambos lados, haciendo eco de los arcos ojivales típicos de la arquitectura gótica. Los colores son muy moderados, pero el detalle dentro del trabajo es exquisito y asombrosamente sofisticado. En contraste con la parte superior ligera y luminosa con molduras, la parte inferior de los pilones se enfrenta con mármol rojo.
Hoy en día es parte del edificio del Ministerio de Defensa General.
Краснопресненская (Krasnopresnenskaya)
Otra de las joyas dedicadas a la historia revolucionaria de Moscú. En este caso su nombre se debe a la calle principal Krasnaya Presnya, distrito Presnya, centro del levantamiento de los trabajadores de Moscú contra el gobierno imperial en 1905. Las bóvedas blancas evolucionan suavemente hacia los pilones ricamente decorados con ornamentos y bajorrelieves que representan los eventos de la revolución. Los pilones en sí son masivos pedestales de granito rojo con cornisas de mármol blanco. Fue inaugurada en 1954. Nada más que añadir.
Киевская (Kiyevskaya)
Inaugurada en 1954, la estación Kiev o Kievskaya celebra los lazos de unión entre Rusia y Ucrania. Su construcción fue realizada ya después de la muerte de Stalin, cuando cuando Nikita Khrushchev llegó al poder en la Unión Soviética. Es otra de las estaciones pegadas a la estación de ferrocarril del mismo nombre, uno de los ejemplos arquitectónicos del estilo imperio de la capital rusa, pero situada al otro lado del río Moscova. Su gracia son las delgadas columnas redondas, revestidas de mármol blanco y capitel de cerámica sobre un suelo de granito gris y rosa para formar un adorno nacional ucraniano. Para el vestíbulo y la sala principal, el arquitecto Dimitri Chechulin se inspiró en antiguos monumentos de Pompeya, Florencia y Venecia que visitó durante una gira por el Mediterráneo previa al proyecto.
La estación posee 18 mosaicos que representan la vida cotidiana de los ciudadanos ucranianos, además de un retrato de Lenin. En casi todos los mosaicos está representado el símbolo de la hoz y el martillo, icono de la URSS.