lunes. 06.01.2025

El emblemático campamento de 80 acres en el norte de Minnesota, con su río, lago, rampas para botes, muelles y acogedoras cabañas, busca nuevos propietarios tras la clausura de One Heartland, uno de los mayores campamentos de verano en EE. UU. para niños y niñas con VIH.

La razón detrás de este cierre no es otra que una noticia alentadora: los casos de transmisión del VIH de madres a hijos han caído a niveles mínimos históricos. Gracias a los medicamentos antirretrovirales, la transmisión perinatal (durante el embarazo o la lactancia) de VIH ha disminuido a menos del 1% en madres positivas en el país. A nivel global, las infecciones en niños menores de 14 años han caído un 38% desde 2015.

De un proyecto estudiantil a un refugio nacional

One Heartland nació en 1993, cuando Neil Willenson, entonces un joven estudiante universitario que soñaba con ser actor, leyó sobre un niño de 5 años con VIH que enfrentaba el estigma y la soledad en su escuela en Milwaukee. Lo que comenzó como un pequeño proyecto se transformó en una misión de vida, llevando a Willenson a dirigir el campamento durante los siguientes 30 años.

“La transformación fue tan poderosa ese primer verano de 1993 que, durante la semana, los niños ya preguntaban: ‘¿Cuándo podemos regresar?’” recordó Willenson en una entrevista con el Minnesota Star Tribune.

Inicialmente, el campamento alquilaba instalaciones cada verano, pero las preocupaciones de salud de otros administradores llevaron a Willenson a buscar un espacio propio. Con el apoyo de donaciones y la ayuda de figuras como Paul Molitor, exjugador de los Minnesota Twins, adquirió la propiedad de Willow River, creando un refugio único.

“Queríamos un lugar donde los niños afectados por la enfermedad pudieran, tal vez por primera vez en sus vidas, hablar abiertamente sobre ello en un entorno de amor incondicional y aceptación”, explicó Willenson.

Un logro inesperado

Los niños llegaron a Willow River desde todo el país, gracias a referencias del Instituto Nacional de Salud (NIH) y a la generosidad de benefactores. Hoy, el cierre del campamento no simboliza el fin de su impacto, sino un triunfo en la lucha contra el VIH.

“Que ya no sea necesario para su propósito original es la mejor noticia que podría haber imaginado, algo que nunca pensé posible”, escribió Jana Hollingsworth en el Minnesota Star Tribune.

Ahora, el legado de One Heartland se suma a los esfuerzos globales que han cambiado vidas, mientras el campamento se prepara para un nuevo capítulo en su historia.

One Heartland cierra sus puertas tras décadas de lucha contra el VIH