Papa Francisco: "Acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está allí, en los últimos, en los rechazados"
El Papa ha reivindicado una fe que no esté "corroída por la costumbre" al rechazar la "admiración mundana" y ha instado a los fieles a acoger a los "descartados" y "humillados" porque en ellos está Jesús.
Así lo ha puesto de manifiesto durante la misa del Domingo de Ramos que se ha transformado en un acto muy reducido y sobrio por las disposiciones sanitarias ante la pandemia.
"Con la gracia del estupor, entendemos que, acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está allí, en los últimos, en los rechazados", ha señalado el Papa en una insólita misa del Domingo de Ramos sin procesiones en las calles y casi sin feligreses.
Y ha señalado: "Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz".
En la Basílica de San Pedro, casi vacía, solo adornada con un sencillo olivo, tan solo había espacio para unas 150 personas en los bancos predispuestos ante el altar de la Cátedra, donde se celebrarán todos los actos litúrgicos del Triduo Pascual, de mucho menor espacio que el altar de la Confesión donde se hacían tradicionalmente. "La vida cristiana, sin asombro, es monótona", ha dicho el Pontífice.
Así, ha lamentado que a veces la fe está "corroída por la costumbre" y ha tratado de dar con las causas de esta actitud: "Tal vez porque permanecemos encerrados en nuestros remordimientos y nos dejamos paralizar por nuestras frustraciones. Tal vez porque hemos perdido la confianza en todo y nos creemos incluso fracasados".
"Pero detrás de todos estos, tal vez está el hecho de que no nos hemos abierto al don del Espíritu, que es Aquel que nos da la gracia del estupor", ha añadido.
En este sentido, ha diferenciado entre la admiración que "busca los gustos y las expectativas de cada uno" y el asombro que, en cambio, "permanece abierto al otro, a su novedad". "También hoy hay muchos que admiran a Jesús, porque habló bien, porque amó y perdonó, porque su ejemplo cambió la historia. Lo admiran, pero sus vidas no cambian. Porque admirar a Jesús no es suficiente", ha manifestado.
El Papa, vestido con los paramentos rojos, se ha dirigido a los católicos por 'streaming' para señalar que "el estupor ante Dios" se da ante todo porque "sabe llenar de amor incluso el momento de la muerte". "Sufría, estaba agotado, pero seguía amando", ha considerado.
Así, ha recordado que es precisamente en "este amor gratuito y sin precedentes" en el que el centurión, que es "un pagano", encuentra a Dios. "¡Realmente este hombre era Hijo de Dios! Su frase ratifica la Pasión", ha dicho.
"Muchos antes de él en el Evangelio, admirando a Jesús por sus milagros y prodigios, lo habían reconocido como Hijo de Dios, pero Cristo mismo los había mandado callar, porque existía el riesgo de quedar se en la admiración mundana, en la idea de un Dios que había que adorar y temer en cuanto potente y terrible. Ahora ya no, ante la cruz no hay lugar a malas interpretaciones. Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor", ha señalado.
Para el Papa es "necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro". Según ha explicado, lo que más sorprende es que "llegue a la gloria por el camino de la humillación".
"Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento. Probó nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentó en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas, y así las redimió, las transformó. Su amor se acerca a nuestra fragilidad, llega hasta donde nosotros sentimos más vergüenza. Y ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo", ha concluido.