El panorama económico mundial vuelve a tambalearse con el reciente cruce de medidas entre Estados Unidos y China. Donald Trump, al inicio de su segundo mandato, ha intensificado su política arancelaria imponiendo un recargo del 10% a todas las importaciones procedentes del gigante asiático. Mientras tanto, Pekín no ha tardado en responder con su propio paquete de aranceles, que entrará en vigor el próximo 10 de febrero, afectando sectores clave de la economía estadounidense, como los automóviles, el petróleo, la maquinaria agrícola y el gas natural licuado.
China ha acompañado su respuesta con un movimiento estratégico que trasciende los aranceles: el inicio de una investigación antimonopolio contra Google. "Ha sido una maniobra brillante y calculada", asegura Moisés Ruiz, experto en comunicación política en la Universidad Europea. Según él, las medidas chinas buscan debilitar el apoyo político de Trump en sectores que fueron decisivos en su victoria electoral, como el tecnológico y el agrícola.
El choque entre estas dos potencias no solo preocupa por sus efectos en la economía global, sino por las implicaciones que podría tener para Europa. Según Ruiz, una escalada comercial con la Unión Europea podría empujar al bloque comunitario hacia China, fortaleciendo aún más al país asiático en el tablero internacional. "Si Trump cierra puertas a Europa, el continente no dudará en buscar un aliado en Pekín. Eso haría a China aún más poderosa, algo que, irónicamente, Trump parece estar fomentando", advierte.
El impacto directo de estas tensiones también podría llegar a España. Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos en la Universidad de Alcalá, lo explica con una metáfora contundente: "Cuando dos elefantes se pelean, los ratones son los que más sufren". Gurpegui señala que esta guerra comercial desestabiliza a las dos mayores economías del mundo, lo que, inevitablemente, afectará a todos los mercados.
El conflicto comercial no es nuevo. Durante el primer mandato de Trump (2017-2021), Estados Unidos y China ya protagonizaron una escalada arancelaria que dejó profundas huellas en la economía global. Las tasas impuestas durante esa etapa alcanzaron aumentos del 20% de media, y aunque con la llegada de Joe Biden la situación se moderó, nunca se resolvió del todo.
Ahora, sin embargo, el contexto parece ser más adverso para Estados Unidos. Según José Antonio Vega, profesor de Economía en Comillas ICADE, China está mejor preparada para resistir una guerra comercial que hace unos años. "Han pasado por años de sanciones y restricciones, lo que les ha permitido adaptarse. Estados Unidos, en cambio, depende más de la relación comercial con China que al revés", explica.
Por otro lado, Trump ha utilizado los aranceles como herramienta de presión para conseguir concesiones de otros socios comerciales, como México y Canadá. Pero la estrategia que ha funcionado con sus vecinos del norte podría no surtir el mismo efecto con Pekín. Además, el presidente estadounidense ha acusado al gobierno chino de facilitar el tráfico de fentanilo, una droga que está causando una crisis de salud pública en su país, lo que añade un componente más a esta compleja disputa.
Con el reloj avanzando hacia el 10 de febrero, la posibilidad de un acuerdo entre ambos gigantes aún no está descartada, aunque parece poco probable. Por ahora, el mundo espera con incertidumbre cómo se desarrollará este nuevo capítulo en las relaciones entre las dos mayores economías del planeta.