Las tensiones entre China y Taiwán al borde del conflicto bélico
Un cambio en el statu quo podría suscitar una respuesta militar ante el mayor aumento de la tensión en décadas El AUKUS supone una respuesta natural por parte de EEUU y sus aliados para contener la amenaza china
El deterioro de la relación entre China y Taiwán, que atraviesa su momento de mayor tensión en los últimos 40 años, acapara ya todas las miradas: con la región del Indo-Pacífico como nuevo tablero geopolítico a nivel mundial, la situación supone una clara línea roja que, de ser cruzada, podría activar una intervención militar china en la isla y, presumiblemente, una respuesta estadounidense en la zona.
El gigante asiático, que cuenta con diversos intereses en la región, sigue topándose con impedimentos, como la disputa por la soberanía de las aguas del mar de China Meridional o la dificultad de trazar con éxito su Iniciativa del Cinturón y la Ruta, un proyecto que permitiría al país fijar enlaces ferroviarios y marítimos a través de varios continentes.
Si bien Pekín ha emitido varias amenazas contra la isla --la última de ellas al asegurar que su Ejército está preparado para invadir el territorio, que considera una provincia más bajo su soberanía-- muchos expertos consideran que existe un alto coste y unos incentivos mínimos para perseguir esta resolución.
Este es el caso de Oriol Farrés, coordinador del Anuario Internacional CIDOB, que ha matizado en declaraciones a Europa Press que "a pesar de las posiciones catastrofistas" parece que el escenario de una guerra abierta entre las partes "está fuera de la mesa a corto plazo".
"Aunque la trayectoria de los actores implicados es divergente, aún no es posible descartar una solución pacífica al conflicto ni existe una declaración formal de secesión por parte de Taiwán", ha aseverado en relación a una cuestión que parece tornarse fundamental para que China tome pasos decisivos en cuestiones militares e intervencionistas.
No obstante, y aunque Taiwán ha presenciado un aumento del apoyo independentista y del sentimiento identitario taiwanés desde los años 90, Farrés ha destacado que muchos analistas consideran, además, que China no dispone aún de la pólvora suficiente para garantizar una intervención militar exitosa.
Sin embargo, "parece estar cada vez más cerca de lograrlo", ha indicado antes de señalar que "China ha testado recientemente misiles hipersónicos que podrían cambiar el equilibrio de fuerzas y todo el entramado estratégico".
Taiwán se encuentra ahora mismo gobernada por el Partido Progresista Democrático, de la presidenta, Tsai Ing Wen, que respalda la independencia de la isla de la China continental y choca en numerosas ocasiones con la retórica y la política que emana de Pekín. Las decisiones del Gobierno central sobre otras cuestiones, como la ley de seguridad nacional de Hong Kong, ha suscitado críticas y propinado un empujón a los sentimientos secesionistas taiwaneses.
En este sentido, la comunidad internacional avanza con pies de plomo. Pocos son los países que mantienen relaciones bilaterales con Taiwán de forma oficial o los que actúan sin ambigüedad estratégica a la hora de abordar la situación como parte de su política exterior. El caso de Estados Unidos es el más ilustrativo: durante los últimos años el país ha aumentado su relación con la isla de forma indirecta, algo que ha avivado las tensiones con China. En 2020 y bajo la Administración del expresidente Donald Trump, el Gobierno recibió la delegación más importante procedente de Estados Unidos desde los años 80.
No obstante, Washington sigue sin matizar exactamente cuál será su respuesta en caso de que se produzca una escalada en la zona, aunque, como ha manifestado el propio Farrés, ha "dejado entrever su apoyo inequívoco a Taiwán". Este viernes, el presidente, Joe Biden, ha asegurado que el país responderá en caso de que se produzca un ataque, unas declaraciones ante las cuales China ha pedido actuar "con precaución" dado que la reunificación se logrará "por la fuerza si es necesario".
"El equilibrio es cada vez más precario, pero aún no se ha roto", ha explicado antes de recordar que Taiwán es sin duda actualmente uno de los temas "más sensibles" para China.
EL DESPLIEGUE MILITAR Y EL AUKUS
La militarización en la zona ha ido en aumento, especialmente por parte de China, que ha comenzado a realizar incursiones en la zona de defensa aérea de la isla como medida disuasoria. Según Farrés, China está llevando a cabo una modernización de su Ejército con el objetivo de "situarlo al nivel que considera que merece como potencia internacional".
Esta medida caza así con la idea del propio Gobierno taiwánes, que está estudiando la posibilidad de ampliar en unos 8.600 millones de dólares (unos 7.700 millones de euros) el presupuesto en materia de defensa para el próximo lustro. "La militarización se dará en línea con la militarización que está experimentado en Indo-Pacífico", ha resaltado el experto.
Fuentes del Ejecutivo Europeo han resaltado en declaraciones a Europa Press que "el presente y el futuro del Indo-Pacífico es crucial para el futuro de Europa". "Somos el mayor inversor, además de uno de los principales aliados comerciales: cerca del 40 por ciento del comercio exterior de la UE pasa por el mar de China Meridional", ha puntualizado un portavoz.
El empeoramiento de la situación se ha producido en un momento en que países como Reino Unido, Australia y Estados Unidos sacan adelante un acuerdo en materia de defensa --conocido como AUKUS-- que ha hecho saltar las alarmas en Francia y que, a todas luces, supone una respuesta natural a los movimientos chinos en la región.
Para Estados Unidos, dice Farrés, "la prioridad es garantizar los intereses estadounidenses en la región, para lo que requiere de la participación de sus aliados tradicionales --Japón, Corea del Sur, Reino Unido, India, Australia--, que en algún momento se han sentido presionados por la creciente asertividad de China".
Australia es, en este sentido, "quizá el más significativo por ser miembro del QUADS (la alianza trilateral) y un firme aliado de Washington". Ambos países han sufrido también un deterioro de las relaciones durante la pandemia, especialmente después de que Canberra apoyara la apertura de una investigación independiente sobre el origen del coronavirus, que se detectó por vez en la ciudad china de Wuhan.
"Casi todo el mundo tiene sus ojos puestos en la región del Indo-Pacífico, no tanto como preparación para el conflicto inevitable sino en su prevención o como elemento de estabilidad", ha señalado. "Este es el enfoque de la UE, que se muestra firme al lado de las democracias de la región --los países afines-- pero que también busca alternativas a la colisión de China y Estados Unidos", ha detallado.
Desde la Comisión Europea han indicado que la relación entre China y la UE es "una de las más importantes pero también de las más complicadas para el bloque" dado que el país es un considerado un "socio estratégico" para la UE al tiempo que es un "competidor en materia económica y un rival sistémico".
"La UE tiene interés en mantener el statu quo en el estrecho de Taiwán y desarrolla sus relaciones y cooperación con Taiwán en el marco de la política europea de una sola China. Bruselas reconoce el Gobierno de China como el único para el territorio, pero al mismo tiempo tiene interés en desarrollar su relación económica con Taiwán", ha recalcado un portavoz de la Comisión, que ha admitido que se ha producido un aumento de la tensión en el estrecho.
La situación entre China y Taiwán establece un nuevo paradigma en la región, donde se abre el desafío para la comunidad internacional de aunar posturas y hacer frente a la amenaza de China mientras se mantiene la relación en materia comercial con el país, al tiempo que se exigen avances en materia de Derechos Humanos y se produce un giro hacia una postura de mayor confrontación hacia Pekín.