Uzbekistán consigue ser el primer país del mundo en alcanzar la inmunidad de rebaño

Camas vacías hospital.

La población actúa con normalidad y hace vida sin usar mascarilla

El cirujano gallego Diego Gónzalez Rivas cuenta cómo se vio sorprendido por la situación vivida hoy día en Uzbekistán, país que visitó en un viaje en el cual pretendía dar a conocer su técnica Uniportal, consistente en realizar cirugía mínimamente invasiva.

González Rivas explicaba en una entrevista lo raro que se le hacía ver a la gente paseando por las calles sin mascarilla, como si no estuviéramos en plena pandemia mundial.

Así mismo, confesó que le costó unos días adaptarse a la situación de allí, ya que estaba acostumbrado a la nueva situación en la que el uso de mascarilla y la distancia social son necesarios en el día a día.

Tal es el punto de la inmunidad en el país asiático que los hospitales no cuentan con nuevos casos, lo que supone que los sanitarios puedan vivir, al menos, un poco más tranquilos. El motivo de esto es la famosa ‘inmunidad de rebaño’.

La población, aseguran, se llegó a contagiar en un 70%, lo que supuso que el país sufriera la pandemia a niveles insospechados. La situación era muy crítica y los fallecimientos no paraban de subir.

Pero esta difícil situación terminó en el mes de septiembre, cuando la población alcanzó la inmunidad grupal y pudo, de esta manera, recuperar la normalidad.

La gente, asegura González Rivas, ya no tiene infección, lo que conlleva que no haya ingresos en los hospitales y, en consecuencia, los casos no existan.

Por otra parte, además de la inmunidad de rebaño, Uzbekistán cuenta con un férreo control a la entrada del país. El pasajero que llega tiene que mostrar una PCR negativa realizada en su país de origen; por si no fuera poco, te realizan una nueva prueba en el aeropuerto donde, si el resultado es negativo, se te permite acceder al país asiático.

Por el contrario, en caso de que el viajero de positivo, ha explicado el gallego, te llevan a hacer una cuarentena obligada, de tal forma que el virus no puede expandirse, y así siguen teniendo todo bajo control.

Al tener a la población con anticuerpos suficientes, ahora mismo no se plantean conseguir una vacuna como algo prioritario. La gente vive feliz sin el virus, puede relacionarse con cualquier tipo de persona y las fiestas se celebran con normalidad.

Uzbekistán es desde entonces el espejo en el que muchos países ven su vuelta a la “normalidad”.