martes. 26.11.2024

En los tiempos de guerra existen muchas realidades o muchas formas de ver la realidad. Durante el sitio de Sarajevo las peluquerías siguieron abiertas. Mantener la rutina era un símbolo de fuerza en tiempos inciertos. En el recuerdo queda el concurso de Miss Sarajevo sitiado en 1993. Treinta años después la guerra vuelve al este de Europa y los ciudadanos vuelven a enfrentarse al miedo. Por otro lado, la generación Z, los que nacieron con un dispositivo digital en la mano han convertido Tik Tok en su diario de guerra. Vídeos manipulados, con filtros, música y emojis parecen describir la batalla en el frente desde los refugios. A este fenómeno lo llaman WarTok.

Hace menos de un mes Valerisssh (su nombre en la red) subía vídeos con sus amigas. Una chica talentosa y de vida tranquila. Hoy vive refugiada con sus padres en Chernihiv, ciudad acorralada por las fuerzas rusas y ya no hay cafeterías ni viajes, sino edificios destruidos, sirenas y horas que parecen no tener fin en el búnker. Pero siguen los vídeos que, de alguna forma, le permiten mantener un ritmo o algo de alegría en su vida. Con una tarantela de fondo describe un día normal: “Desayuno bomba en un refugio antibombas, compruebo cómo se siente el perro, ser feliz por salir afuera, entender que la gente vivirá sin ventanas. Gracias, Putin. Adelgazar porque Rusia me pone nerviosa. Y lo mejor, un misil ruso destruyó el cine. Fantástico…”.

En alguna parte del país un joven mantiene sobre el marco de una ventana un gran altavoz del que sale sonidos electrónicos a todo volumen. “Si muero, que sea bailando”, dice. Otros se graban danzando en el baño mientras hacen las mochilas o cuelgan memes sobre el nivel de ansiedad que les provoca tener a Rusia como enemigo.

Pero es en el frente de la batalla donde WarTok cobra significado. Jóvenes que hacen unas semanas lucían músculo en el gimnasio ahora van uniformados y cargan un arma rumbo a alguna parte escuchando hip-hop. Otros chavales bailan el moonwalk desde algún lugar o saltan al ritmo Smells like teen spirit junto a sus amigos. Que el fin del mundo te pille bailando, en definitiva.

 

Podría caber la posibilidad de que estos vídeos banalizan la guerra. Posiblemente la hacen menos terrorífica para quien los cuelga o los ve. Pero es el lenguaje en el que habla toda una generación de ucranianos obligados a vivir la guerra y que cuelgan en internet cualquier baile. No obstante, aunque no se den cuenta, forman también parte del relato de la guerra, en este caso, la víctima de la agresión.

 

Las fake news o los datos falsos forman parte de la propaganda y de las estrategias principales de la guerra. Ucrania es un ejemplo transversal de la importancia de hacerse con el poder del relato. Un frente que se abrió mucho antes de la invasión. Tras la revolución de Maidan, en 2014, “Ucrania se había convertido en el principal objetivo de la política de desinformación del Kremlin”, asegura un oficial de la UE. “No quiero decir que predijéramos la guerra, pero había signos evidentes de que iba a pasar algo”, comenta.

 

De acuerdo con esta misma fuente, la agresividad en la narrativa ascendió durante la primavera de 2021. Desde noviembre y hasta el 24 de febrero, cuando comenzó la guerra, el uso de dos palabras en los medios de comunicación de Kremlin se disparó. Fueron las mismas que usó Putin para justificar su “operación especial”. “La palabra ‘genocidio’ se utilizó un 500% más, y ‘nazi’ un 290% más”, asegura. La editora de la plataforma de verificación ucraniana StopFake, Alina Mosendz, coincide. “Empezaron a aumentar en la primavera pasada, coincidiendo con el incremento de tropas rusas en la frontera”, confirma desde Suiza, donde han llegado sus padres huyendo de Kyiv.

Desde que empezó la guerra dichas fuentes afirman estar investigando sin descanso. StopFake sufre a día a día cientos de miles de ciberataques, según Mosendz, por lo que la plataforma cuenta con la ayuda de “un cibercosaco”.  “Un chico de mi universidad que se pasa el día esquivando ataques. El 6 de marzo llegó a detectar 234.000”, dice. Esta gigantesca cifra hace ver la importancia que le da Putin a la guerra informativa y avisa que no está convencido de estar ganándola.

Pero la guerra desinformativa tiene metas más allá de los países que entran en la batalla. . “La audiencia occidental es más compleja de penetrar, el objetivo ahí es crear confusión. Son bastante buenos”, afirma el oficial de la UE. Se comprobó en el ataque del hospital infantil de Mariupol. Los engranajes de la desinformación rusa no pararon de descomponer mensajes que hicieran dudar sobre lo que había pasado. Sin pruebas infalibles más allá de especulaciones o rumores. Pudieron verse fotografías de una de las embarazadas heridas, pero el hecho de que fuera modelo se utilizó para generar confusión. Esta misma bloguera, Mariana Vishegirkaya, dio a luz dos días después. Ayer se supo que otra de las embarazadas había fallecido junto a su bebé. Pero estos hechos sembraron dudas por todo el mundo. Ese es el verdadero fin de las fake news, hacer que pongas en cuestión todo, incluso de quién es el agresor.

'WarTok': desinformación y resistencia en la guerra de Ucrania y Rusia