Comer entre horas puede aumentar el riesgo de padecer cáncer
A menudo prestamos especialmente atención al tipo de dieta que seguimos o a los alimentos que tenemos que evitar para cuidar nuestra salud, y esto es correcto. Pero nos olvidamos de algo también fundamental: la hora a la que comemos.
Esto se debe principalmente a que la mayoría de los seres vivos contamos con los llamados ‘ritmos circadianos’ y trabajan coordinando engranajes de nuestro cerebro con engranajes que presentamos en casi todos los órganos de nuestro cuerpo. Su función es adelantar o prevenir los cambios de nuestro entorno y conseguir que nos adaptemos a ellos.
Estos relojes circadianos se establecen a través de procesos naturales. Sin embargo, también dependen de otros factores externos como la luz que recibimos diariamente. “La luz natural durante el día favorece el estado de vigilia y la oscuridad de la noche promueve la producción de melatonina, la hormona del sueño”. El deporte también es uno de los factores externos influyentes y por supuesto, la alimentación. Y ahí es donde entra en juego el factor ‘hora de comida’.
Seguro que alguna vez has oído que comer tarde es malo, y efectivamente. En 2018, un estudio encabezado por el profesor Manolis Kogevinas mostró que cenar antes de las 21:00 se asociaba con un menor riesgo de padecer cáncer de próstata y mama en comparación con una cena después de las 22:00. Asimismo, dejar dos horas entre la cena y el momento de dormirte, disminuye aún más el riesgo.
Por otro lado, aparece el dilema sobre el ayuno, ya que en muchas ocasiones se ha mencionado como una práctica que favorece la prevención de diferentes enfermedades. El ayuno prolongado durante la noche es beneficioso, sin embargo, no se recomienda alargarlo durante el día. Es decir, es importante adelantar la cena pero no eliminar ni retrasar la hora del desayuno.
La combinación de estos hábitos junto a los de una correcta alimentación favorecerán nuestro estado de salud y reducirán el riesgo a sufrir enfermedades como el cancer, gracias a la segregación de distintas hormonas que se producen al llevar los hábitos de vida mencionados.