Rescatan a un mono que llevaba 35 años en una jaula en un piso de Barcelona
Hace unos meses saltaba la noticia de que finalmente se había podido proceder al rescate de un mono capuchino que había vivido en un piso de Barcelona durante los últimos 35 años. Vivía en una jaula en un piso del Eixample de la Ciudad Condal, y desde el pasado mes de febrero ha estado recuperándose en las instalaciones del centro de Rehabilitación de Primates de Fundació MONA, bajo el cuidado de su equipo de primatólogos. Esta misma semana, ha llegado a su destino final, otro santuario de primates ubicado en la Comunidad de Madrid, Rainfer, donde por fin podrá vivir con sus congéneres.
Años en soledad
Linito es un mono capuchino de la especie Cebus olivaceus. Cuando tan solo era una pequeña cría, fue víctima del tráfico ilegal de especies. Originario de Venezuela, llegó de contrabando por avión. Durante las más de 10 horas de vuelo desde el país sudamericano, el pequeño Linito estuvo escondido dentro del pantalón del traficante, amordazado y enganchado con cinta americana a su pierna.
Como la mayoría de las especies de primates, los capuchinos necesitan vivir con sus congéneres, puesto que son animales altamente sociales. Todo lo contrario de la vida que ha tenido en Barcelona, ya que se ha pasado más de tres décadas viviendo solo, en un espacio y condiciones insuficientes.
La Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) tuvo conocimiento de la situación del primate en 2014 y empezó a trabajar para sacarlo de aquella situación. Se encontraron con la oposición de la propietaria, que se negó reiteradamente a ceder al animal. Finalmente, su reciente rescate fue posible gracias a la aplicación de la nueva ley de bienestar animal y la colaboración con Fundació MONA.
Primer paso hacia su recuperación en Fundació MONA
En Fundación MONA viven de manera permanente varios grupos de chimpancés y macacos de Berbería. Pero actualmente ningún grupo de monos capuchinos. Aún y así, el paso de Linito por las instalaciones del centro de rescate de Riudellots de la Selva (Girona) era imprescindible, debido al delicado estado de salud del primate. Durante este tiempo el equipo de profesionales se ha encargado de que Linito tuviera una dieta y un ejercicio adecuados para que recuperase su forma física. Olga Feliu, directora de MONA resalta que “en tan solo un par de meses es evidente la mejoría física que ha hecho. Ahora en Rainfer por fin podrá recuperarse también a nivel psicológico”.
Durante este tiempo no ha perdido el apetito ni la curiosidad y las ganas de explorar, lo que es una muy buena señal según los expertos de la fundación.
A solo 7 horas de su hogar definitivo
Ubicado en la Comunidad de Madrid, el centro de rehabilitación de Rainfer es el hogar de 22 especies de primates, entre ellos otros capuchinos como Linito. La mayoría procedentes de decomisos, por tráfico ilegal o maltrato.
Tras el trayecto por carretera que separa ambos centros, Linito ha llegado al que será su hogar definitivo. El viaje no ha sido tan tranquilo como se preveía, ya que les ha sorprendido una nevada inesperada, así el equipo de Rainfer lo ha recibido ya entrada la noche. Marta Bustelo, Directora del santuario de primates declara que “es un despropósito y una pena que Linito haya tenido que esperar tantos años para poder tener una vida digna. Tenemos muchas ganas de ofrecerle esta oportunidad y que viva feliz en unas instalaciones adecuadas y en compañía de sus congéneres, al menos los últimos años de su vida”.
Brutus, Willow o Blasa, candidatos a ser parte de la nueva familia de Linito
En Rainfer viven tres grupos de monos capuchinos, rescatados del mascotismo y del tráfico ilegal, siendo todos ellos opciones posibles para que Linito pueda integrarse y formar parte de un grupo social.
Brutus, el macho dominante de uno de los grupos procede de incautación por tráfico de especies y lleva en Rainfer 20 años. Es paciente con los suyos, cariñoso y un gran líder que confiriere estabilidad y cohesión en el grupo.
Willow, al igual que Linito, fue víctima del mascotismo, en su caso durante más de 10 años y, aunque llegó con graves problemas de socialización, hoy en día es el líder de su grupo y ha sabido superar las dificultades que la falta de aprendizaje en el ámbito social le han dejado.
Blasa es miembro de toda una familia de capuchinos que iba a ser destinada a ser mascotas, y que fueron incautados procedente del tráfico ilegal. Como muchos otros, acarrea trastornos de conducta, aunque es muy pacífica y podría ser también una buena compañera para Linito.
El tiempo dirá cuál de estas compañías es la más adecuada para que este anciano capuchino pueda integrarse en un grupo y encontrar una familia en la que sentirse querido y aceptado.