Una revolucionaria máquina suiza de bioingeniería es capaz de convertir un trozo de piel del tamaño de una monera en un injerto del tamaño de la tapa de una alcantarilla. Permite estirar la piel hasta tamaños mucho mayores, en un esfuerzo para ayudar a millones de personas que sufren lesiones que les debilitan o mueren por quemaduras.
Tomando células sanas de la piel de la víctima, el procedimiento empieza haciéndolas crecer en el laboratorio antes de combinarlas con hidrogel. El resultado es un milímetro de pulgada de piel gruesa combinado con las capas naturales de la piel.
La tecnología utilizada se ha denominado como denovoGraft y ya se está utilizando para tratar a personas, aunque acaban de terminar los ensayos de la fase dos. Por esa razón, se ha seleccionado a unas pocas personas, este método de elaboración de piel es muy avanzado, solo existe este tratamiento en el mundo para las personas que sufren una enfermedad rara o graves quemaduras.
“En este momento podemos multiplicar el área de superficie de la muestra original por un factor de 100, y nuestro objetivo finalmente es un factor de 500", expone Daniela Marino , cofundadora y directora de los desarrolladores de denovoGraft de la empresa CUTISS.
Un medio de noticias suizo informa que 11 millones de personas en todo el mundo sufren graves quemaduras todos los años, y cuanto más accesible sea el tratamiento podrían lanzarlo en zonas de países menos desarrollados o en zonas de guerra, pudiendo recibir un injerto.
La máquina puede hacer varios injertos a la vez sin necesidad de ayuda externa, lo cual reduce considerablemente el coste y el tiempo de producción. Mientras que el mercado de la reconstrucción de piel en cicatrices o quemaduras está valorado en algo menos de dos mil millones de dólares, solo hay 40 empleados a tiempo completo en el sector.