El exceso de medicación en jóvenes con dolor crónico se asocia a factores psicológicos
Un estudio realizado por investigadores de la Cátedra de Dolor Infantil de la Universidad Rovira y Virgili ha identificado factores psicológicos --como la ansiedad-- que explican, en parte, el abuso de medicamentos para controlar el dolor entre la población adolescente que lo sufre de manera crónica.
La investigación, por lo tanto, evidencia que, para mejorar el tratamiento y la gestión del dolor crónico, hay que tener en cuenta estos factores psicológicos, como la ansiedad y, sobre todo, los pensamientos negativos que acostumbran a tener las personas con dolores persistentes.
"El estudio muestra que, más allá de la intensidad y la interferencia del dolor, los pensamientos negativos, catastróficos, que tienen relación con el dolor, explican significativamente el uso de medicamentos para mitigarlo. Los datos ponen de manifiesto que quizás los fármacos no se utilizan adecuadamente, como se podría esperar en función de la intensidad o del impacto del dolor", asegura Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil y coordinador del grupo de investigación ALGOS de la URV.
Según Miró, los pensamientos catastróficos, es decir, que el paciente "haga una montaña" de lo que le está sucediendo, que piense en posibles repercusiones futuras o que muestre desconfianza en la capacidad propia para hacerle frente, es lo que hace que se perciba el dolor como más intenso y que se haga un abuso de la medicación. "Son los adolescentes con estos pensamientos más negativos los que toman medicamentos con más asiduidad", ha expresado.
Miró explica que, si estos datos se confirman en futuras investigaciones, los programas de tratamiento "tendrán que tener muy en cuenta" los pensamientos de los pacientes, puesto que, si se consigue modificarlos y hacer que tengan una actitud menos negativa, se podrá "ayudar a gestionar mejor el dolor y a utilizar la medicación de una manera más adecuada".
El estudio ha sido realizado a partir de encuestas a 320 adolescentes de 12 a 18 años de Reus que forman parte de un estudio epidemiológico longitudinal en escuelas e institutos iniciado hace cinco años por el grupo de investigación ALGOS.