Viajar para escapar: viaje como alivio emocional

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En los últimos años, se ha popularizado la idea de que viajar es una herramienta esencial para cuidar la salud mental, una vía de escape al estrés cotidiano y una fuente "mágica" de bienestar emocional. Sin embargo, al idealizar el viaje como una solución universal, existe el riesgo de convertirlo en un recurso de huida que perpetúa una dependencia emocional hacia los viajes como única fuente de felicidad o alivio, generando frustración o vacío emocional cuando la realidad cotidiana no alcanza esas altas expectativas.

 

Muchas personas comienzan a usar los viajes no como una oportunidad para explorar, aprender o desconectar de manera saludable y enriquecedora, sino como una vía de escape de problemas personales, responsabilidades o situaciones difíciles en su día a día. Son estas expectativas irreales, a menudo derivadas de imágenes que inundan las redes sociales o la ciencia ficción, las que pueden llevar a una idealización del viaje como una experiencia perfecta. Este enfoque, precisamente puede tener el efecto contrario al que se busca ya que, en lugar de aliviar el estrés, puede fomentar una desconexión interna. Y es que, al centrar el bienestar exclusivamente en las experiencias externas, se deja de trabajar en el equilibrio mental y emocional desde dentro, lo que refuerza los problemas subyacentes que originalmente se pretendían resolver. A largo plazo, este patrón puede derivar en una asociación entre la necesidad de resolver conflictos internos y la acción de viajar. En otras palabras, ante cada dificultad o malestar, la respuesta automática se convierte en "hacer un viaje", lo que no solo puede ser insostenible a nivel práctico, sino que también profundiza esa cultura de evasióny dependencia de factores externos para gestionar las emociones. 

 

Si bien las vacaciones ofrecen descanso y desconexión, no deberían sustituir estrategias más accesibles y sostenibles en el tiempo como realizar actividad física, buscar apoyo terapéutico o cultivar relaciones significativas. En este sentido, la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, señala que: "Viajar es una experiencia tremendamente enriquecedora a todos los niveles y una forma muy efectiva de desconectar, pero no debe convertirse en la única vía para alcanzar la paz mental. El verdadero cuidado de la salud mental no depende de grandes eventos o escapadas, sino de pequeñas acciones diarias como el autocuidado, la introspección o el apoyo que encontramos a nuestro alrededor. Los viajes, en este sentido, deben entenderse como una solución vista desde el equilibrio y no como respuesta a todos nuestros problemas y para evadirnos de nuestra realidad."

 

Para que los viajes sigan siendo una fuente positiva de desconexión y bienestar, los expertos de Cigna Healthcare facilitan una serie de consejos:

 

  • Viajar con los pies en la tierra. Es importante escoger destinos y actividades realistas dentro de las posibilidades económicas de cada persona y no gastar más de lo necesario para proteger la salud financiera. Para ello, establecer un presupuesto claro antes de planear el viaje y dividirlo en categorías puede ayudar a evitar gastos excesivos y, al mismo tiempo, reducir el estrés asociado con las finanzas. Otra opción es elegir destinos cercanos o menos turísticos, ya que puede ofrecer experiencias igual de enriquecedoras, pero con costes más bajos. Además, es importante priorizar experiencias significativas por encima de gastos materiales, como disfrutar de un imponente paisaje natural o escuchar historias de la gente local sobre sus costumbres y formas de ver la vida.

 

  • Tan importante es el cómo, como el por qué. Viajar puede convertirse en una experiencia verdaderamente enriquecedora cuando se realiza con un propósito consciente y desde el equilibrio. Es fundamental que el viaje no se planifique como un acto impulsivo para escapar de situaciones difíciles, sino como una oportunidad para reconectar, explorar o descansar de manera saludable. Diseñar un itinerario realista, evitar expectativas poco alcanzables y priorizar el bienestar durante la experiencia son elementos clave para garantizar que el viaje cumpla su propósito y genere un impacto emocional positivo.

 

  • Desmitificar las redes sociales. Las experiencias que a menudo se muestran en redes sociales suelen estar idealizadas, destacando solo los momentos perfectos y omitiendo los problemas o retos que conlleva cualquier viaje o experiencia. Esta constante comparación con imágenes de viajes "perfectos" puede disminuir la capacidad de disfrutar plenamente del momento presente, generando insatisfacción y la sensación de que lo propio nunca es suficiente. Centrarse en lo que realmente aporta valor y satisfacción personal, sin medirlo bajo los estándares sociales o expectativas de otros, ayuda a reducir la presión y promueve un bienestar más auténtico y saludable.

 

  • Priorizar el equilibrio frente a lo perfecto. El perfeccionismo puede convertirse en un obstáculo considerable para el bienestar emocional y acabar añadiendo estrés y presión a lo que debería ser una experiencia de desconexión y relajación. Buscar el equilibrio entre la satisfacción y asumir que no todo será perfecto, aceptando los contratiempos que puedan surgir, así como evitar obsesionarse con seguir el plan establecido es útil a la hora de adoptar una actitud más realista y flexible en la vida cotidiana. Una estrategia concreta es incorporar "días libres" o tiempo flexible en el itinerario para imprevistos o descanso espontáneo.