Jóvenes: Perspectivas de futuro
Jóvenes, Millenials, Generación Z. Se nos llena la boca con nombres para denominar a un grupo de población comprendido entre los 18 y los 30 años, aproximadamente. La persona que escribe estas palabras es de la Generación Z. Te preguntarás: ¿y que hace esta persona viniendo aquí a hablar de esto cuando tan siquiera tiene experiencia laboral o vital?
Escribo porque lo vivo y seguramente, lo viviré. De vez en cuando, tener la perspectiva de un joven puede ser bueno, o malo, según veas el vaso medio lleno o medio vacío. Pero si he de reflejar cómo, desde mi punto de vista, veo el futuro de los jóvenes en este país, mi mejor metáfora es una moneda.
La cara de la moneda: Ahora mismo el país se encuentra a mitad de camino entre una recuperación económica lenta o una crisis económico-sanitaria aún más larga, todo esto aderezado con las usuales polémicas de la política española. Tenemos un par de años duros por delante.
La cruz de la moneda: Somos jóvenes. Vive, disfruta. Por supuesto, estudia, ve a la universidad, haz una formación profesional, grado medio, lo que sea, pero estudia. Esto es lo que siempre te dicen. Pero la realidad es diferente. La realidad que yo, como persona joven que está a año y medio de terminar la carrera, percibo no es buena. Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), datos de mediados de 2020, la tasa de paro de los menores de 25 años ya es del 39,6%. Puff, duro. Leer un titular así cuando eres joven, estás terminando tu formación y desde luego, no tienes experiencia laboral, no da ni muchos ánimos ni mucha perspectiva de futuro.
Y todavía hay más. He rescatado este titular de finales de 2019, publicado en El País: "Los jóvenes deben pagar el 94% de su sueldo si quieren vivir solos de alquiler". También es duro. Es duro saber que no vas a encontrar un trabajo bien remunerado, y que en consecuencia, no puedes independizarte. El dinero no da para tanto y el tener la soga al cuello no es agradable para nadie.
También es duro escuchar que muchos jóvenes deciden irse porque, de nuevo, el futuro que se vislumbra aquí está muy nublado. Eso se llama fuga de cerebros. Fuga de talento. Fuga de futuro. Se destruyen empleos, no se aprovecha el talento joven. Acabamos siendo personas sobrecualificadas trabajando en empleos precarios. Es normal que la gente se vaya cuando sientes que un país no tiene nada que ofrecerte. Supuestamente, los jóvenes somos el sustento del país, somos los que garantizaremos el relevo generacional y por ende, hacemos que el tejido productivo del país siga en marcha.
Y en este momento, yo me pregunto ¿pero qué clase de futuro es el que estoy construyendo? ¿Realmente quiero un futuro precario? ¿Cómo puedo vivir en un país que no me ayuda a construir mi futuro? Y llegamos al último elemento de la moneda: el canto. El canto de la moneda somos los millenials, la Generación Z y todos los que vienen detrás: los jóvenes.
Cuando percibes la realidad tal como la he descrito, la vida aquí parece una lucha. Una lucha para estudiar y estar cualificado, para conseguir un trabajo, para conseguir una subida de sueldo, llegar a fin de mes y pagar las facturas. Hay que luchar por financiación para un proyecto de investigación o una propuesta empresarial. "Es que los jóvenes no os interesáis por nada. No sabéis nada de vuestro país." No, eso no es cierto. Somos muy conscientes de cuál es la realidad que se nos presenta, el problema es que es difícil plantear un proyecto de futuro cuando todo lo que ves es negro.
En el medio de todo esto estamos los jóvenes, las nuevas generaciones, intentando buscar nuestro hueco en la sociedad y luchando por un futuro mejor. Si nos dan las oportunidades necesarias, mejoraríamos. Si no se rompe este círculo vicioso, nada cambiará. Esto lo escribe una chica de la Generación Z, quizá a mí ya no me de tiempo, pero ojalá las cosas cambien para las próximas generaciones.