Sobre la reforma de educación, la ignorancia y el control de masas
La educación. ¡Ay! la educación. En España la educación siempre ha sido uno de los temas más escabrosos de la sociedad y, sobre todo, de la política. A lo largo de los últimos 20 años hemos tenido ya 4 Leyes Orgánicas de Educación, es decir, que en dos generaciones ha habido ya 4 planes diferentes para educar. Esto, independientemente de la orientación política de uno, no es algo de lo que sentirse orgulloso. Porque lo único que demuestra es que la Educación, algo que debería ser fundamental y continuo en el tiempo para lograr estabilidad, es en España un elemento que cada uno retoca cuando quiere y como quiere, creando una clara incertidumbre que afecta a los estudiantes, pero no a los políticos.
Os voy a poner de ejemplo mi caso personal. Yo pasé mi vida estudiantil con tres Leyes Orgánicas, la de 2002, la de 2006 y la de 2013. Cuando tenía 14 años se hablaba de Selectividad, cuando tenía 18 era la PAU, y a mis 20 mis primas pequeñas estaban haciendo la EVAU. Igual solo me lo parece a mí pero lo leo y solo pienso en una palabra: descontrol. Más aún cuando había una parafernalia enorme de cambios de nombre en la prueba para que al final el único cambio fueran las ponderaciones y alguna asignatura que pasaba de fase general a específica, o viceversa.
Pero mira, yo no me quejé. Decían que era mejor para los alumnos, y les di mi voto de confianza. "Igual tiene razón, oye". Pero claro, luego ves cómo son las universidades públicas en España y de repente algo no te cuadra. "A mí esto me parece anticuado", "esto parecen los años 80", "2019 y tenemos que seguir lamiéndole el culo a este profesor" son frases que han salido de mi boca y de la de mis compañeros a lo largo de mi vida universitaria, y seguro que de la vuestra también.
En este país las reformas educativas se hacen en los ciclos donde los niños son niños y son fáciles de adoctrinar, pero cuando el niño ya puede pensar por sí solo ya no merece la pena cambiar. Es mejor reformar el sistema para controlar que reformarlo para mejorar. Porque, sorpresa, la Universidad en España es un elemento anquilosado en el pasado que debería renovarse desde 0. Y no, la renovación no es poner a alguien como Castells como "Ministro de Universidades", un ministerio tan inútil como su jefe. ¿Pensáis que estoy siendo muy duro, o que me equivoco? Mirad el paro juvenil en nuestro país.
La cosa es que hace unas semanas se presentó una nueva reforma educativa que, nueva sorpresa, solo afecta a la educación hasta el Bachillerato. Pero esta no tiene cambios de nombre, porque debe ser que ese movimiento esta más quemado que las pelis de acción de clase B. No, esta vez han ido más lejos: Tú ahora puedes pasar de curso con asignaturas suspensas sin tener que recuperarlas al año siguiente, de hecho puedes rascarte la barriga hasta Selectividad (o PAU o EVAU o como se llame ahora) porque si suspendes una pero tienes un 5 en la media general vas, la haces, y te cuelgas la medalla de que eres un pedazo de estudiante.
Voy a volver a poneros un ejemplo personal. Yo fui un estudiante del montón, la verdad. Sacaba nueves en Historia y luego treses en Matemáticas. Y odiaba a mi profesor de la ESO porque me parecía un inútil. Pero llegaban junio y septiembre y lo sacaba todo. Y no suspendía una por la mítica "mala suerte", yo me iba con tres como un campeón. Pero las sacaba. Y aunque odié a muerte el sistema y, hablando en plata, me cagué en todo lo cagable, clavaba los codos y estudiaba porque esa era mi única responsabilidad. Y ahora, con mis 24 años, aprecio todos esos suspensos y que mis profesores me hubieran suspendido como lo hacían. Porque necesitaba esos tirones de orejas para superarme, para aprender a ser responsable y para, en última instancia, tener algo de cultura y poder pensar por mí mismo.
Ahora, en 2021, no tenemos eso. De repente esa exigencia que a mí me pidieron desaparece para la alegría de unos adolescentes que, al fin y al cabo, tienen el cerebro hecho agua todavía. Y no lo digo como ataque hacia ellos, lo digo como una persona que ahora ve que a sus 16 años tenía el cerebro hecho agua. Y esto me preocupa, porque esta nueva reforma muestra una idea que a mí me da verdadero miedo: la política ha decidido meter las zarpas definitivamente en la educación. No solo porque el nivel cultural va a a bajar obligatoriamente con esta medida (sí, vamos a tener alumnos más inclusivos, porque los que estudiamos hace 10 años no lo somos), sino por algo mucho peor. Los políticos ahora compran los votos de los menores, y se lo estamos permitiendo.
Yo soy de los que opina que hasta los 18 (y ni siquiera, yo hasta mis 20 no me centré) una persona, por mucho que diga, no puede pensar por sí misma en ciertos temas. Puedes vestirte como quieras, comer con tus amigos y tener tus primeras citas, pero no puedes elegir a tus políticos, comprarte una casa o formar una familia. Y no es que no puedas porque yo lo diga, no puedes porque no es el momento de que hagas eso. Hasta los 18 años tienes que formar tus opiniones (tuyas, no las de los populares de tu instituto), tienes que aprender a ser consecuente con tus acciones y tienes que equivocarte, que para eso eres adolescente. Pero ahora, con estas medidas, la política entra en la vida de los niños diciendo "no hace falta que aprendas estas cosas, si me votas te puedes saltar fases de este nivel".
Y claro, esto a los chavales les encanta, cómo no les va a encantar. Pero volvemos a lo que he dicho antes. 40% de paro juvenil. En cuanto tienes 18 años se olvidan de ti, porque están centrados en los que van detrás tuya. Y tú, que te has querido saltar fases, ahora empiezas a ver que esas fases eran necesarias para ti. Porque estás en una conversación y no sabes de qué se habla, porque dejas cosas sin hacer en el trabajo y te echan sin que sepas por qué, porque te has acostumbrado a que te regalen cosas que no se te pueden regalar y ahora, cuando dependes de ti mismo, tienes que aprender tú solo a palos.
Yo tengo miedo de esto. Tengo miedo tanto porque me duele que se premie a la ignorancia (tanto en el Gobierno como en la educación) como porque tengo un hermano que ahora tiene 14 años y es igual de bueno en las Matemáticas que yo. En otras palabras, un desastre. Pero él puede eximirse de la responsabilidad que tuve que hacer para arreglar mis cagadas. Y no siento envidia, siento miedo porque a mí suspender mates me acabó enseñando que con trabajo podía sacar adelante cosas que se me daban mal y no me gustaban, una lección más importante que cualquier problema numérico. Pero él igual eso no lo aprende. Y yo tengo que estar contento porque, en lugar de eso, va a aprender un lenguaje más inclusivo que puede aprender con 18 o 20 años, como hice yo. Puede que incluso antes, que para eso me tiene a mí.
En fin, no sé dónde quiere llegar el Gobierno con esta nueva reforma, pero a mí no me gusta y no me convence. Y, sinceramente, no quiero que a los pequeños la política les coma el tarro. Están en la edad de aprender y disfrutar, y siento que les estamos quitando eso.