La fotografía es un arte. El retrato es arte. La felicidad es arte. Y yo me siento orgullosa. Porque tengo el poder de recordarle a cada persona que tiene su arte. Que tiene su felicidad.
Sois arte. Aquí vais a ser muy felices.
Bienvenidos
Así es como empieza mi historia. Una historia sin mucho misterio, pero, sin duda alguna, una historia preciosa de como una persona encuentra a su lugar en la vida.
Nunca tenía claro que quería hacer en la vida. Tenía claro que era de un cerebro “de letras”: me gustaban los idiomas, me encantaba leer, se me daba genial escribir y odiaba todo lo que se relacionaba con números y fórmulas, No lo entendía por mucho que me esforzaba y me frustraba y al final lo acababa dejando. Me saltaba las clases de química, física y mates sin el mínimo arrepentimiento, al revés iba corriendo a las clases de Lengua, Literatura, idiomas. Y aun así, no tenía ni una mínima idea de lo que quería hacer. Que es lo que quería ser.
Siempre fue convencida de que el arte y yo son dos cosas incompatibles. Es como un Leo y un Acuario, polos opuestos ( los frikis de horóscopo como yo me entenderán). Me alejaba de todo lo que tiene que ver con arte, me daba respeto y en cierto modo, miedo. Por eso, cuando elegía la carrera, me fui a por una opción deseada para mí, pero también la más cómoda: Periodismo. Es una carrera que aunque requiera creatividad, se basa mucho en la metodología, y en lo clásico y firme: esto es así, y dentro te puedes envolver como quieras, pero no salgas de los bordes.
Dicho, hecho, estudiando cual alumna aplicada ( a veces no), en el segundo de carrera, me encontré con la asignatura de Fotografía Periodística. Fue una de las primeras veces que cogí la cámara y me encantó. A partir de allí, con lo poquito de conocimiento que tenía, practicaba, practicaba y practicaba. Investigaba por allí, miraba los tutoriales de Youtube, los cursos gratuitos en línea, los webinars…todo lo que tenía que ver con aprender un poquito más, lo absorbía como si fuera una esponja. Y lo sigo haciendo a día de hoy.
La fotografía es un arte. Si, definitivamente, lo es. Admiro ver las caras de felicidad de la gente cuando les gusta lo que ven. Admiro ver las emociones, admiro ver que todos los complejos que tenemos se van quitando en el proceso, adoro ver como se abren hacia mí, y como poco a poco abren sus alas y vuelan, aunque sea por un segundo. Cada persona es un arte, y adoro recordarle a cada persona que está delante de la cámara, que tienen su arte y lo únicos que son.
Adoro poder enseñarle al mundo como lo veo, porque es un verdadero don. Ver y transmitir lo que sientes, es el mayor poderío que existe y si eres capaz de hacerlo, jamás lo desaproveches.
Aún me queda mucho por aprender, y me queda mucho por experimentar, pero con pasitos pequeños me guío por algo que ahora se muy bien: que es lo que quiero hacer en la vida. Y si algún día, tu tienes el poder probar algo que no te atreverías jamás, hazlo. Hazlo, que no te vas a arrepentir. Tienes todo el arte del mundo, aprovecha y disfruta del camino.