Pablo Iglesias echa de menos la coleta
Nada, que al señor, ya ex-vicepresidente Iglesias, no le acaba de ir el moño. Eso de tener que llevar el pelo tan recogido y no ser el ‘rey del mambo’ en la presidencia no le ha convencido. La obligación de llegar a consensos y estar en un continuo debate interno para las decisiones del gobierno le enoja, ya no quiere más el moño. Lo que siempre le ha gustado al fundador de Podemos ha sido llevar coleta. Llevarla a su aire y mecerla mientras da el mitin de turno con su dialéctica particular. Libre, y criticando al poder, el único lugar donde se siente cómodo. Porque en el poder, como se ha visto, pierde la coherencia su propaganda sentimental contra aquellos que dominan el país, un país que ellos mismos gobiernan junto a sus compañeros socialistas, valga la redundancia.
¡Cómo echa de menos la coleta Pablo Iglesias! Ya se veía que el moño no era lo suyo. Los acuerdos, el entendimiento y el tener que cohibirse en ciertas situaciones que le exigía el 'modo-moño' empañaba su figura de ‘líder revolucionario’. Quería ser un Che Guevara y a lo que más se ha acercado ha sido a ser un Tsipras. Y ahora, se marcha del equipo de gobierno al no estar del todo cómodo. Al final Iglesias va a ser como esos 'señoritos egocéntricos' que siempre tanto ha criticado, aquellos a los cuales cuando no les gusta algo y no son los ‘protas’ se marchan a otro lugar a intentar serlo.
Pero claro, en su afán desmedido y repentino por volver a sus tiempos de coleta quizá se ha precipitado y ha cavado su propia tumba. Sin duda, ahora podrá ejercer una campaña propagandística donde dé rienda suelta a su discurso populista de una Madrid comunista y republicana. Y, de esta forma se sentirá sumamente cómodo e incluso feliz en su particular ‘guerra sucia’ digna de Maquiavelo. Pero nada más lejos de la realidad. Sus opciones de obtener un resultado positivo en Madrid se acercan a la utopía.
El Pablo Iglesias de la coleta vuelve, el de la versión pre-gobierno. La pólvora de la descalificación, el desprestigio, la manipulación y el odio ya se huele en Madrid, será la tónica general de la campaña en todos los bandos, y esto va a dar pie a un fuego a discreción de un calibre prácticamente insospechado. Y, sin duda, en esta batalla encarnizada va a tener que ser sumamente cuidadoso Pablo Iglesias de que Ayuso no llegue por detrás y le corte la coleta.