La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, ha presentado esta mañana en el Museo Arqueológico de Córdoba un tesoro de joyas andalusíes del siglo XI compuesto por 98 piezas de oro, plata y plata sobredorada, 14 cuentas de piedras duras ‒cuarzo y cristal de roca‒, 4 cuentas cilíndricas de coral rosa, 31 cuentas cilíndricas de pasta de vidrio y 476 aljófares (perlas irregulares). Este excepcional conjunto se expondrá desde el 25 de febrero en el centro museístico cordobés, dentro de las actividades por los 10 años de la apertura de su actual sede.
La consejera Patricia del Pozo ha explicado que «este tesoro, por la calidad, la cantidad y el estado de conservación de las piezas, es uno de los mejores de los 16 conocidos, sino el mejor, de ahí que hoy sea un día de rotunda felicidad para el patrimonio cordobés y andaluz». «Este conjunto de piezas ‒ha añadido la titular de Cultura y Patrimonio Histórico‒ conecta con ese legado histórico en el que se basa uno de los pilares fundamentales de la economía cordobesa: el sector joyero y platero de la ciudad».
El tesoro fue hallado hace un año en la finca ‘La Amarguilla’, en el término municipal de Baena (Córdoba), y depositado en el Museo Arqueológico de Córdoba mediante acta de entrega por parte del Cuerpo Nacional de Policía adscrito a la comunidad autónoma de Andalucía. Desde esa fecha, las piezas del ‘Tesorillo de La Amarguilla’ se han sometido a un minucioso proceso de restauración para recuperar la integridad de las mismas, garantizar su estabilidad y permitir su exposición, además de profundizar en el conocimiento del mismo.
A este respecto, «el estudio ha permitido situar cronológicamente el conjunto en los comienzos del siglo XI, con probabilidad el resultado de una ocultación hecha en tiempos de convulsiones políticas y militares, como la de la ‘fitna’ (guerra civil) de finales del Califato Omeya», ha avanzado Del Pozo, quien ha estado acompañada por la secretaria general de Innovación Cultural y Museos, Mar Sánchez Estrella; el delegado del Gobierno de la Junta, Antonio Repullo, y la delegada territorial de Córdoba, Cristina Casanueva.
En el Tesorillo de la Amarguilla destacan, en primer lugar, dos pares de ajorcas, uno para las muñecas y otro más grande para, seguramente, los tobillos o los brazos. Las cuatro piezas son cilíndricas, con los extremos apuntados simulando cabezas de aves en las pequeñas y conos simples en las mayores y el cuerpo formado por una cinta plana torcida. También destacan dos pares de arracadas de filigrana de oro, un par de forma acampanada y otro de contorno ligeramente semicircular invertido.
Muy cercana a estos dos pares de arracadas es otra pieza de filigrana de oro. De contorno circular, no conserva, si lo tuvo, enganche o elemento de suspensión, por lo que no se puede concluir si es arracada, aplique o colgante de cuello. La técnica de elaboración es idéntica a la de las arracadas, aunque quizá más delicada. En el interior del anillo se desarrolla una gran estrella de seis puntas construida con dos triángulos.
Estas piezas son el rasgo más excepcional del Tesorillo de La Amarguilla, dado que por primera vez se ha aparecido el conjunto completo (dos pulseras y dos tobilleras o brazaletes). Además, la pieza que contiene la estrella de seis puntas se trata de un caso único; no existe nada parecido ni en los tesoros conocidos ni entre las joyas dispersas. Este hecho confiere al conjunto un extraordinario valor añadido de cara al avance en el conocimiento de la joyería andalusí.
Otra gran pieza de oro, cercana en técnica a las anteriores, es una placa en forma de almendra, cuyo centro lo ocupa en círculo destinado a insertarle un cabujón, hoy perdido. También es reseñable el conjunto de catorce brácteas (apliques que se cosían a vestidos o tocados), también de oro. Son todas iguales y conservan su cabujón central, los cual es excepcional. En ocho, el cabujón es blanco transparente; en las otras seis es de color azul.
Otro pequeño conjunto significativo del Tesorillo de la Amarguilla lo constituyen cuatro anillos de plata de forma prácticamente idéntica en todos ellos. Dos de ellos conservan su cabujón liso. Otros elementos de oro, seguramente pertenecientes también a uno o varios collares, son cuatro cuentas esféricas y diez pequeños cilindros de filigrana con bolitas en los bordes, que debieron funcionar como separadores cuentas o sartas en uno o varios collares.