En el primer día después de Casemiro, el Real Madrid visitó Balaídos para enfrentar a un Celta de Vigo, que siempre deja buenos duelos con los equipos grandes de la competición. Sin Casemiro en la plantilla y con Kroos constipado, Ancelotti juntó por primera vez en el centro del campo a Camavinga y Tchouaméni, dirigidos por el comandante Modric. En frente, el Celta de Vigo, que venía de empatar frente al Espanyol en la primera jornada.
El partido comenzaba y el Celta tenía muy claro que debía de contener al Real Madrid. Los merengues son especialistas jugando al espacio y de manera rápida, por lo que el Celta intentó contenerlos, cosa que consiguió de manera exitosa, al menos en la primera parte. Con el paso de los minutos, llegaron las dos acciones que abrirían el marcador.
De mano a mano y tiro porque me toca, primero en el área celeste, donde un intento fallido de despeje, golpeó en la mano de Tapia y Del Cerro Grande señaló penalti con ayuda del Var. Benzema engañó desde los once metros a Marchesín. De la misma manera, en el área merengue, un remate de cabeza de Paciência, golpeó en la mano antinatural de Militao, siendo Iago Aspas el autor de batir a Courtois, a pesar de que el belga adivinó la dirección del lanzamiento.
Los dos goles sirvieron para caldear el ambiente más aún si se podía en Balaídos, en un partido que parecía ser de marzo y no de agosto. El Celta presionaba arriba al Madrid, para no dejarle una salida limpia de balón, mientras Tchouaméni tenía que llenar los zapatos del traspasado Casemiro, cortando balones y jugando la bola con criterio.
Cuando más igualado estaba el partido, una varita mágica en forma de pierna derecha croata rompió la igualdad con un precioso disparo combado desde la frontal del área. Modric, que estaba dirigiendo al equipo en todo momento, tiró del carro una vez más para adelantar a su equipo, esta vez en la faceta goleadora, siendo imposible el disparo para Marchesín, cuando parecía que el empate sería el resultado al descanso.
Ya en la segunda parte, el partido se le hizo eterno a un Celta de Vigo que por intensidad y cabeza está en marzo, pero por piernas sigue en la segunda jornada. El Madrid dominó el encuentro a medida que el Celta iba bajando los brazos y asestó dos duros golpes al marcador. Primero con un pase precioso de Modric, para dejar solo a Vinicius frente al portero. El brasileño regateó a Marchesín y empujó el balón.
El brasileño sería el encargado de asistir, en un gol made in Madrid, a Fede Valverde. Transición rápida en ataque, Vinicius conduciendo el balón, habilitando con un buen pase tanto a Benzema, como a Valverde que, con un latigazo de pierna derecha, pegó el balón al palo largo y batió a Marchesín.
Hazard pudo haber tenido su primer gol en la temporada también, minutos después de su entrada. Benzema provocó un penalti y en lugar de tirarlo se lo cedió al belga para sumarle confianza. Hazard disparó pero Marchesín aumentó aún más las dudas en el jugador, pues adivinó el disparo y evitó que el 1-5 subiese al marcador. Gran partido del Real Madrid, que acaba con un sabor agridulce.