En el mundo del deporte las lesiones son algo común y triste para los deportistas. Nunca es agrado de nadie ver a un deportista de élite ver todo su trabajo, esfuerzo y dedicación truncados y mandados a la basura por una lesión. Por ello mismo, el día de hoy es triste para el mundo del tenis, a pesar de la 14ta clasificación de Rafa Nadal a una final de Roland Garros.
Zverev tuvo que abandonar la pista central de París en muletas tras una dura de ver, torcedura de tobillo. El alemán estaba disputando de tú a tú, un partidazo que apuntaba a ser histórico contra el favorito del público, Rafa Nadal. El mallorquín se llevó el primer set después de una hora y media de lucha, que acabó con el 7-6 para Nadal.
El segundo set había sido lo mismo, un continuo toma y daca de tenis al más alto nivel de la élite, con un espectáculo digno de ver para el público francés que llenaba la grada y se volvía loco con cada salvada y punto, de cada uno de los dos tenistas. El alemán venía de vencer de forma imponente a Carlos Alcaraz, la promesa española, mientras que Nadal había sudado sangre para vencer en un duelo épico a Novak Djokovic.
El segundo set avanzó con la misma paridad que el primero, ambos aferrándose al marcador y sin despegarse, si uno hacía un break, el otro lo igualaba, si uno aprovechaba su saque el otro lo restaba con calidad. Un duelo que apuntaba a ser estudiado en las academias de tenis para que los más pequeños aprendieran a jugar, pero, al final del segundo set, con el partido igualado 6-6, llegó la tragedia.
En el primer punto del 15to juego, del segundo set, Zverev se deslizó por la tierra para conectar un buen derechazo que se fue al pasillo, Nadal celebró el punto, pero un grito de dolor se escuchó en toda la pista. El alemán se había torcido dolorosamente el tobillo, y no hablamos de una torcedura leve, pues es un milagro que ese tobillo no se haya roto. El tenista alemán gritaba de dolor entre llantos tumbado en la pista ante la silenciosa y preocupada mirada del público.
Al intentar levantarse con ayuda, se confirmaba lo peor, Zverev no podía caminar sin ayuda, y necesitó de una silla de ruedas para ir al vestuario y recibir atención médica. Tras unos minutos de silencio e incertidumbre en la pista, con Nadal mostrando cara de preocupación, el alemán apareció ayudado de unas muletas, para fundirse en un abrazo lleno de impotencia y tristeza con el tenista español.
Se acercó lentamente a despedirse del público y del juez de silla, para marcharse con lágrimas en los ojos y la tristeza de lo que pudo haber sido y no acabó siendo. Dentro de lo amargo, Nadal se cuela en su final número 14 de Roland Garros y espera ya a un rival entre Ruud y Cilic.