La inclusión de las personas sénior en el mercado laboral se ha convertido en un asunto estratégico para la economía, en un contexto de envejecimiento récord en el que la media de edad de la población es cada vez mayor. En España, se contabilizan 133 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, una proporción que crece a un ritmo desbocado, como se observa en el siguiente gráfico, a tenor de una esperanza de vida en máximos históricos y una caída de la natalidad que sitúa a España como el segundo país de la UE con menor número de nacimientos.
¿Cómo afecta este envejecimiento a la fuerza laboral? Al igual que en el plano demográfico, las personas con potencial de trabajar también incrementan su media de edad, posicionándose las personas sénior (mayores de 55 años) como una fuerza laboral con un peso creciente, y que será dominante en los próximos años. Los baby-boomers, la generación más numerosa de la historia, ya supera la franja de los 55 años y engrosa la proporción de personas sénior en nuestro país, una realidad que se consolidará en imparable tendencia. Como ya se ha referido, la caída en picado de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida ocasionan un envejecimiento de la población en cifras récord, que se traslada a una fuerza laboral que tiene una media de edad cada vez mayor.
A pesar de ello, este sector de la población afronta grandes prejuicios y estereotipos en el mercado laboral que pueden conducirles a la inactividad, al desempleo de larga duración o a jubilaciones forzosas y anticipadas. Todo un contrasentido, teniendo en cuenta que la edad de jubilación tiende al alza, siendo la contribución sénior clave para la competitividad del país.
Hoy se contabilizan 4.853.400 personas activas mayores de 55 años, es decir, casi 5 millones de personas sénior tienen trabajo o lo buscan en España, que suponen el 20% del total de la fuerza laboral (hace 10 años representaban el 13%).
A este respecto, uno de los temas más preocupantes es la falta de relevo generacional en una España vaciada cuya población activa tiene una media de edad cada vez mayor. En concreto, el 35,7% del tejido empresarial cree que tendrá problemas para sustituir a los empleados que se jubilen por falta de personal formado en su área de negocio, especialmente en algunos sectores como la construcción, el transporte, la industria o la hostelería, según un informe de Infoempleo y el grupo Adecco.
¿Qué lectura puede extraerse de esta realidad demográfica y laboral? Una conclusión parece clara, y es que vivimos en un invierno demográfico, lo que significa que el número de nacimientos es insuficiente para reemplazar a las personas que fallecen. Esto conduce a una disminución de la población y, por tanto, a una menor fuerza laboral disponible, además de otros efectos como una mayor presión sobre el sistema de la seguridad social. Los profesionales jóvenes escasean y, al mismo tiempo, sigue imperando la discriminación laboral por edad, con lo que la fuerza laboral se reduce a una franja cada vez más ajustada.
Por otra parte, cabe señalar que, al igual que crece la población activa sénior, también lo hace la inactiva, es decir, las personas que no buscan trabajo. Una situación concordante con el envejecimiento de la población, que da cuenta el desaprovechamiento de la fuerza laboral más veterana. El número de inactivos tiende a incrementarse cada año, particularmente desde el punto de inflexión de la pandemia, cuando no pocos trabajadores sénior se han visto abocados a la jubilación. Este hecho choca con la necesidad de prolongar la vida activa, en un contexto de envejecimiento sin precedentes.
El número de personas mayores de 55 años activas ha experimentado un crecimiento del 62% en la última década (en 2013 se contabilizaban 3.002.300) y se ha incrementado un 147% en los últimos veinte años (en 2003 había 1.965.500 personas mayores de 55 años en activo).
Por Comunidades Autónomas, Castilla y León (24,9%), Asturias (23,7%) y Euskadi (23,1%) son las regiones con una mayor proporción de personas sénior (mayores de 55 años) entre el total de la población activa. En el lado contrario se sitúan Baleares (18,8%), Murcia (18,9%) y Andalucía (19,1%). En cualquier caso, en todas las Comunidades Autónomas la proporción de fuerza laboral sénior va en aumento ya roza el 20%.
“Ante esta realidad, urge potenciar el talento sénior como motor de competitividad, de modo que se desechen definitivamente los prejuicios negativos que relegan a los mayores de 55 años del mercado laboral. Su contribución y aporte es clave para la competitividad de las empresas y para la sostenibilidad del país, siendo fundamental ofrecer palancas de formación y reciclaje profesional, para que un trabajador que pierda el empleo con 55 años no piense que su única opción es enganchar con la jubilación, sino que atesora un gran talento que aún puede ofrecer al mercado laboral”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.