viernes. 22.11.2024

¿Son más felices en la vida cotidiana las personas que ganan más dinero? Aunque parece una pregunta sencilla, las investigaciones realizadas hasta ahora han arrojado resultados contradictorios, por lo que la respuesta sigue siendo incierta.

Un trabajo fundacional publicado en 2010 por Daniel Kahneman y Angus Deaton, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), había descubierto que la felicidad cotidiana aumentaba a medida que aumentaban los ingresos anuales, pero por encima de 75.000 dólares se estabilizaba y la felicidad se estancaba. En cambio, el trabajo publicado en 2021 por Matthew Killingsworth, de la Universidad de Pensilvania, halló que la felicidad aumentaba de forma constante con los ingresos por encima de los 75.000 dólares, sin evidencia de meseta.

Para reconciliar las diferencias, los dos se emparejaron en lo que se conoce como una colaboración adversarial, uniendo fuerzas con la profesora de la Universidad Penn Integrates Knowledge, Barbara Mellers, como árbitro. En un nuevo artículo publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', el trío demuestra que, de media, los mayores ingresos están asociados a niveles de felicidad cada vez mayores.

Sin embargo, si se hace zoom, la relación se vuelve más compleja, revelando que, dentro de esa tendencia general, una cohorte infeliz dentro de cada grupo de ingresos muestra un fuerte aumento de la felicidad hasta los 100.000 dólares anuales y luego se estabiliza.

"En términos más sencillos, esto sugiere que para la mayoría de la gente los mayores ingresos están asociados a una mayor felicidad", dice Killingsworth, profesor de la Wharton School de Pennsylvania y autor principal del artículo. "La excepción son las personas que tienen una buena situación económica pero son infelices. Por ejemplo, si eres rico y desgraciado, más dinero no te ayudará", asegura. Para todos los demás, más dinero se asoció con una mayor felicidad en grados algo variables.

Mellers ahonda en esta última noción, señalando que el bienestar emocional y los ingresos no están conectados por una única relación. "La función difiere para personas con distintos niveles de bienestar emocional", afirma. En concreto, para el grupo menos feliz, la felicidad aumenta con los ingresos hasta los 100.000 dólares, y luego no muestra ningún incremento a medida que aumentan los ingresos. Para los que se encuentran en el rango medio de bienestar emocional, la felicidad aumenta linealmente con los ingresos, y para el grupo más feliz la asociación se acelera por encima de los 100.000 dólares.

AUNAR ESFUERZOS

Los investigadores comenzaron este esfuerzo combinado reconociendo que sus trabajos anteriores habían llegado a conclusiones diferentes. El estudio de Kahneman de 2010 mostraba un patrón de aplanamiento, mientras que el de Killingsworth de 2021 no. Como su nombre indica, una colaboración adversarial de este tipo --una noción originada por Kahneman-- pretende resolver disputas o desacuerdos científicos reuniendo a las partes en desacuerdo, junto con un mediador externo.

Killingsworth, Kahneman y Mellers se centraron en una nueva hipótesis según la cual existen tanto una mayoría feliz como una minoría infeliz. Para la primera, conjeturaron, la felicidad sigue aumentando a medida que entra más dinero; la felicidad de la segunda mejora a medida que aumentan los ingresos, pero solo hasta un determinado umbral de ingresos, a partir del cual no progresa más.

Para probar esta nueva hipótesis, buscaron el patrón de aplanamiento en los datos del estudio de Killingworth, que había recopilado a través de una aplicación creada por él llamada 'Track Your Happiness'. Varias veces al día, la aplicación pregunta a los participantes en momentos aleatorios cómo se sienten en una escala que va de "muy bien" a "muy mal". Haciendo una media de la felicidad y los ingresos de la persona, Killingsworth saca conclusiones sobre la relación entre ambas variables.

Un gran avance en la nueva asociación se produjo al principio, cuando los investigadores se dieron cuenta de que los datos de 2010, que habían revelado la meseta de la felicidad, en realidad habían estado midiendo la infelicidad en particular y no la felicidad en general. "Es más fácil de entender con un ejemplo", dice Killingsworth. "Imaginemos una prueba cognitiva para detectar la demencia que la mayoría de las personas sanas superan con facilidad. Aunque una prueba de este tipo podría detectar la presencia y gravedad de una disfunción cognitiva, no revelaría mucho sobre la inteligencia general, ya que la mayoría de las personas sanas recibirían la misma puntuación perfecta", introduce.

"Del mismo modo, los datos de 2010 que muestran una meseta en la felicidad tenían en su mayoría puntuaciones perfectas, por lo que nos habla de la tendencia en el extremo infeliz de la distribución de la felicidad, en lugar de la tendencia de la felicidad en general. Una vez reconocido esto, los dos resultados aparentemente contradictorios no son necesariamente incompatibles", afirma Killingsworth.

Lo que descubrieron corroboró esa posibilidad "de una forma increíblemente hermosa", según el investigador. "Cuando observamos la tendencia de la felicidad de las personas descontentas en los datos de 2021, encontramos exactamente el mismo patrón que se encontró en 2010; la felicidad aumenta de forma relativamente pronunciada con los ingresos y luego se estabiliza", expresa. "Los dos hallazgos que parecían totalmente contradictorios en realidad son el resultado de datos asombrosamente coherentes", afirma.

IMPLICACIONES DE ESTE TRABAJO

Según Killingsworth, estas conclusiones tienen implicaciones en el mundo real. Por un lado, podrían servir para reflexionar sobre los tipos impositivos o la forma de compensar a los empleados. Y, por supuesto, son importantes para las personas a la hora de elegir su carrera profesional o sopesar unos mayores ingresos frente a otras prioridades en la vida, afirma Killingsworth.

Sin embargo, añade que, para el bienestar emocional, el dinero no lo es todo. "El dinero es solo uno de los muchos factores determinantes de la felicidad. El dinero no es el secreto de la felicidad, pero probablemente puede ayudar un poco", afirma.

¿Más dinero, más felicidad? Lo dice un estudio