Científicos canadienses han desarrollado un material orgánico inteligente que puede absorber o repeler el petróleo derramado.
El material puede utilizarse como una esponja para limpiar rápidamente los vertidos marinos de petróleo antes de que éste llegue a la costa y se mezcle o envenene la arena, la vegetación y la fauna.
El material especial, denominado aerogel CNF-SP, combina un material biodegradable a base de celulosa con una sustancia llamada espirropirano.
El espirropirano, un material sensible a la luz, tiene una propiedad «conmutable» única que permite al aerogel pasar de ser absorbente a repelente de aceites, como una esponja de cocina que puede utilizarse para absorber y exprimir agua.
«Una vez añadido el espiropirano al aerogel, después de cada uso sólo tenemos que cambiar la condición de luz», explica la Dra. Baiyu Helen Zhang, profesora y titular de la Cátedra de Investigación de Canadá en la Universidad Memorial de Terranova.
«Usamos el aerogel como absorbente de aceite bajo luz visible. Tras la adsorción del aceite, cambiamos la condición lumínica a luz ultravioleta. Este cambio ayudó a la esponja a liberar el petróleo».
Y el material sigue absorbiendo y liberando aceite, incluso cuando baja la temperatura del agua, según el Dr. Xiujuan Chen, profesor adjunto de la Universidad de Texas en Arlington.
«Cuando probamos el rendimiento del sorbente de petróleo en distintos tipos de condiciones ambientales, descubrimos que tenía un rendimiento muy bueno en un ambiente frío. Esto es muy útil para los inviernos fríos, sobre todo en Canadá", explica.
Parte de la investigación se realizó en Canadian Light Source, un centro nacional de investigación que posee uno de los microscopios sincrotrón más sofisticados del mundo. Gracias a él, pudieron asegurarse de que el aerogel CNF-SP era muy eficaz a bajas temperaturas, lo que sería absolutamente necesario en las circunstancias de un vertido de petróleo en aguas territoriales canadienses.
GNN ha informado de varios esfuerzos científicos por resolver problemas mundiales que hicieron escala en el CLS, como el de un equipo australiano-canadiense que descubrió una forma de convertir los residuos mineros en tierra cultivable -y que ya se utiliza para cultivar maíz y sorgo-, y el de un equipo estadounidense que tomó el fósforo contaminante de las aguas residuales y lo infundió en un superalimento para el suelo llamado biochar.