'Laddroller', la silla de ruedas que se eleva y permite mirar directamente a los ojos, es uno de los proyectos finalistas de los Premios Fundación Mapfre a la Innovación Social, cuyos ganadores se darán a conocer el próximo 4 de mayo.
Esta silla de ruedas eléctrica, un híbrido entre un exoesqueleto y una silla convencional, cambia de forma y permite elevar a su usuario como si estuviera de pie. La tracción de sus cuatro ruedas también permite salvar pequeñas barreras arquitectónicas como escalones, bordillos o huecos.
En el mundo hay 65 millones de personas que necesitan, para desplazarse, una silla de ruedas, limitando su autonomía y enfrentándose a problemas de circulación y respiratorios. Además, muchos también padecen osteoporosis por su posición sedentaria obligatoria.
Como detalla la Fundación Mapfre, 'Laddroller' nace, en cierta forma, de un error ya que uno de sus creadores, el arquitecto griego Dimitris Petrotos, recibió hace 6 años el encargo de reformar una vivienda para adaptarla a las necesidades de una clienta que quedó parapléjica tras un accidente.
Para Dimitris no fue difícil adaptar la vivienda, al bajar los armarios de la cocina, los interruptores de la luz, ampliar las puertas, regular la altura del lavabo, etc. En resumen, lograr que la vivienda fuera accesible para la nueva realidad de la propietaria, pero imposible para toda su familia, para la que su nueva vivienda era una pesadilla.
"Ese fue para mí el "momento de la bombilla: ¿qué pasaría si en lugar de bajar la altura de todo en el entorno de una casa, lográramos que se pudiera poner en pie para alcanzar un libro de la estantería?", se preguntó.
En ese momento, comenzó un largo camino de seis años, con más de tres patentes y 14 prototipos diferentes hasta llegar a la 'Laddroller' actual, un híbrido entre exoesqueleto y silla de ruedas que cambia de forma y que permite al usuario la bipedestación. Es innovadora, ecológica y asequible; puede levantarse en pocos segundos hasta la posición de pie y volver a bajar usando la potencia de las ruedas y ayuda de la gravedad.
Es un proceso totalmente mecánico que evita el riesgo de quedarse atascado cuando se agota la batería. La tracción en sus cuatro ruedas, y que las dos delanteras sean de mayor diámetro, permite superar terrenos difíciles, escalones, bordillos y desniveles en el entorno urbano. Además, es un prototipo plegable que cabe en el maletero de un turismo de tamaño medio.
Para las personas con discapacidad que están obligadas a permanecer sentadas gran parte de su vida, el gesto de poder levantarse conlleva beneficios físicos, como la mejora de la circulación o la respiración. También el hecho de poder mirar a los ojos a sus familias y amigos, o llevar de la mano a un hijo al salir del colegio, tiene indudables beneficios psicológicos que se ven potenciados al aumentar su autonomía por poder salvar pequeños escollos arquitectónicos de la ciudad.
Gestos como socializar con otros de 'tú a tú' o poder sacar dinero de un cajero de banco facilitan la integración de las personas con discapacidad a la vida cotidiana y al mundo laboral, impactos positivos que podrían cuantificarse, aunque no se pueda calcular el impacto de un abrazo o el contacto visual a la misma altura.
Este prototipo ha participado en competiciones como en el MIT de Cambridge en Massachusetts o en el ETH de Zurich, donde se celebraron los primeros juegos paralímpicos biónicos y la campeona de esgrima en silla de ruedas, Kelly Loufakis, compitió con Laddroller. En 2018 logró la nominación al Innovador Europeo del Año.
"Creemos firmemente que las sociedades demuestran su nivel de civilización cuando ayudan a sus miembros más necesitados. Por eso inventamos Laddroller, un dispositivo que cambia la vida, capaz de promover la salud, crear independencia y mejorar la movilidad" defiende Dimitris Petrotos.
EL 4 DE MAYO, FINAL EN MADRID
Esta convocatoria de premios, en su quinta edición, ha recibido más de 200 iniciativas desarrolladas por científicos, investigadores, estudiantes de universidades o escuelas de negocios. Diseñado como un certamen en torno a tres regiones geográficas, Brasil, resto de Latinoamérica y Europa, el objetivo de los Premios Fundación Mapfre a la
Innovación Social es hacer posible el crecimiento de propuestas que representen la esencia de la innovación social; talento, capacidad transformadora, compromiso y necesidad de mejorar el entorno.
Los finalistas entrarán a formar parte de la Red Innova, la comunidad de emprendedores donde se fomenta el intercambio de conocimiento experto, y disfrutarán de distintos canales de promoción de sus proyectos, lo que les ayudará a darse a conocer. En esta línea, recibirán apoyo y orientación para comunicar y desarrollar de la forma más efectiva sus propuestas de la mano de IE University, partner académico y de EY que proporcionará consultoría estratégica para los
ganadores.
El 4 de mayo se celebrará en Madrid la final de los premios, donde participarán nueve proyectos de España, Grecia, México, Uruguay, Chile y Brasil.