Antes de empezar a maquillarnos debemos haber realizado nuestra rutina de limpieza e hidratación diaria. Por eso deberemos utilizar nuestra crema hidratante previamente para tener la piel completamente nutrida y para que al aplicarnos la base y el corrector quede totalmente uniforme.
A continuación debemos aplicar una pre-base para una mayor hidratación y para corregir las líneas de expresión, ayudando también a la base y al corrector a adherirse bien a la piel. Así conseguiros una mayor duración del maquillaje.
Seguimos con la base de maquilla y el corrector acorde con nuestro tono de piel para que quede natural. Con una brocha específica de base líquida extiende el maquillaje en distintas direcciones para que no se note corte. El corrector siempre se hecha después de la base y hay que intentar unificarlo con la base. Después, es muy recomendable, especialmente si tienes la piel grasa, sellar ambos con los polvos matificantes.
Lo siguiente será aplicarnos un poco de rubor, un colorete que nos quede bien con nuestro tono de piel. Hay que aplicarlo de manera muy sutil para afinar nuestras facciones. También podemos aplicar algo de luminosidad con un iluminador, sobre todo en la zona desde los pómulos hasta la sien o en el arco de las cejas.
Ya solo quedarían los ojos. Aplicaremos una pre-base de sombras en nuestros párpados, la cual sellaremos con los polvos matificantes. Ahora utilizaremos colores más claritos por la zona del lagrimal y el centro del párpado y colores más oscuros por la zona de fuera. Es importante difuminar la sombra bien para que quede natural. Realizaremos el eyeliner, pintando una línea lo más pegada a las pestañas. Hablando de ellas, empelaremos una máscara de pestañas para darles volumen y curvatura.
Por último, aunque llevemos mascarilla, podemos darnos algo de color en los labios. Los labiales mate suelen durar mucho más que otros.