El calor generado por los tejidos de ciertas plantas ha beneficiado la atracción de insectos polinizadores durante al menos 200 millones de años, según un estudio liderado por el Instituto Botánico de Barcelona (IBB-CSIC-CMCNB). En él, los científicos han examinado las características de las plantas termogénicas actuales, aquellas que tienen la capacidad de producir su propio calor a partir de procesos metabólicos internos, y las ha comparado con los linajes de plantas fósiles.
Así, este estudio, que se publica en Nature Plants, ha permitido a los científicos identificar cuáles son los linajes de plantas fósiles que podrían haber tenido actividad termogénica, sugiriendo que la termogénesis ha estado presente en las plantas con semillas durante más tiempo de lo que se pensaba.
En las plantas termogénicas, las estructuras femeninas maduran antes que las masculinas para evitar la autofecundación, características que se identifica en los grupos actuales de angiospermas más primitivos (es decir, de plantas con flores). En ellas, los estambres y los carpelos (las partes reproductivas masculinas y femeninas respectivamente) se cerraban por separado en pequeñas cámaras.
Además, los investigadores destacan que el hecho de que algunas plantas fósiles tuvieran cámaras reproductivas que podrían haber atrapado insectos polinizadores, sugiere que esta característica ya existía en las plantas antes de la aparición de las flores. A su vez, indican que las estructuras reproductivas grandes, como periantos o conos, también podrían indicar termogénesis, ya que retienen mejor el calor.
La investigación se ha realizado en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid e instituciones como el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), el Smithsonian Institution, la Universidad de Barcelona y los Jardines Botánicos de Sídney. Según señalan los autores, la capacidad de generar calor pudo haber dado una ventaja competitiva a ciertas plantas del Mesozoico (hace más de 200 millones de años) al conseguir que atrayeran a los insectos polinizadores de manera más eficiente, contribuyendo así a su éxito reproductivo.
Esta estrategia de atracción de polinizadores podría haber precedido a otras, como los colores llamativos de las flores, y haber sido influenciada por los cambios climáticos del pasado. Además, la termogénesis está estrechamente vinculada a la emisión de fragancias, otro factor crucial en la atracción de insectos. Así, el estudio abre nuevas vías para explorar cómo influyeron estas interacciones en la diversificación de las plantas y sus polinizadores a lo largo de la historia evolutiva.