Finalmente se ha decidido que Japón verterá de modo gradual y en el Pacífico, un millón de agua contaminada procedente de la central nuclear de Fukushima. Los países vecinos de China o Corea de Sur, organizaciones medioambientales y el sector pesquero local se oponen de fomra contundente a esta decisión.
Este martes el primer ministro Yoshihide Suga, ha asegurado que “se tomarán absolutamente todas las medidas para garantizar la seguridad del agua tratada y atajar la desinformación”
Pese al rechazo de la sociedad por el plan, Tokio ha informado que es la solución más viable y que no representa ningún peligro ni para el ser humano ni para el medio ambiente, ya que el vertido no tendrá los niveles de tritio –al ser mezclado con la sal marina- suficiente para resultar maligno y que es una práctica habitual en la industria nuclear.
El desmantelamiento de la central de Fukushima Daiichi tras el terremoto de 2011 está siendo un verdadero dolor de cabeza para las autoridades niponas y se prevé que la capacidad de almacenamiento que pueden soportar las instalaciones rebasen su capacidad el próximo otoño, por lo que tienen que actuar deprisa.