Un nuevo estudio de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad de Toledo (Estados Unidos) ha demostrado que las bacterias intestinales pueden reducir la eficacia de ciertos medicamentos para la presión arterial. La investigación, publicada en la revista 'Hypertension', ofrece las primeras pistas de por qué algunas personas no responden bien a la medicación.
"La hipertensión arterial suele denominarse un asesino silencioso porque no suele provocar síntomas. Sin embargo, hay una gran población de individuos que saben que tienen hipertensión pero que no consiguen controlarla, a pesar de estar tomando medicamentos para la presión arterial --explica el doctor Tao Yang, profesor asistente del Departamento de Fisiología y Farmacología y primer y principal autor del estudio--. Abordar esto tiene una enorme importancia clínica".
La hipertensión, o presión arterial alta, es uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares, dos de las principales causas de muerte en Estados Unidos. También es una de las afecciones crónicas más comunes en Estados Unidos, donde casi la mitad de los adultos estadounidenses se consideran hipertensos según las directrices actuales.
Entre los hipertensos, se calcula que el 20% tiene lo que se conoce como hipertensión resistente, es decir, que su presión arterial sigue siendo alta a pesar de un tratamiento agresivo.
"Lo único que los médicos pueden hacer realmente en estos pacientes es añadir o cambiar los medicamentos y aumentar la dosis con la esperanza de encontrar algo que funcione --añade Yang--. Hasta ahora, no hemos tenido ninguna indicación clara de cuál es el mecanismo de la hipertensión resistente. Nuestra investigación podría proporcionar un primer paso hacia la identificación de nuevas formas de superar eficazmente la hipertensión resistente al tratamiento".
En los últimos años, los investigadores han examinado más intensamente la relación entre las lecturas de la presión arterial de un individuo y la colección única de bacterias que vive en su intestino.
Ese trabajo, que en gran parte se ha realizado en la UToledo, ha ayudado a desentrañar posibles causas de la hipertensión que van más allá de la dieta y el ejercicio. Sin embargo, la investigación de Yang es la primera que examina el impacto de las bacterias intestinales en la propia medicación para la presión arterial.
La doctora Bina Joe, catedrática distinguida de la Universidad y presidenta del Departamento de Fisiología y Farmacología de la UToledo, y autora principal del estudio, dijo que la investigación es una extensión significativa del trabajo de la UToledo para comprender mejor las causas de la hipertensión y encontrar nuevas formas de tratarla.
"Yang fue pionero en esta importante idea, altamente traslacional, durante su formación como becario postdoctoral en mi laboratorio --destaca--. Ahora es un tema de investigación importante en su propio laboratorio de la Universidad de Toledo".
En el estudio, los científicos compararon la eficacia del fármaco antihipertensivo quinapril en ratas con bacterias intestinales normales frente a aquellas cuya microbiota intestinal había sido mermada por altas dosis de antibióticos.
Los investigadores descubrieron una clara diferencia entre ambos, ya que los animales a los que se les administraron primero antibióticos respondieron mucho mejor al quinapril.
El análisis de la composición de las bacterias intestinales de los animales identificó a la bacteria Coprococcus como la culpable. Los experimentos de laboratorio demostraron que el Coprococcus comes, una especie de bacteria dominante en este género, puede descomponer el quinapril y el ramipril, lo que da lugar a los efectos comprometidos de reducción de la presión arterial.
Aunque el estudio se limitó a modelos animales y experimentos de laboratorio, los investigadores identificaron al menos un estudio de caso intrigante que parece reforzar el argumento de que este hallazgo podría ser aplicable a los seres humanos.
Ese informe de 2015, publicado en el 'International Journal of Cardiology', describía a una mujer con un largo historial de hipertensión resistente al tratamiento cuya presión arterial se controló sin ninguna medicación antihipertensiva durante las dos semanas que estuvo tomando antibióticos para una infección posquirúrgica. Su presión arterial pudo controlarse con un solo medicamento durante seis meses después de dejar los antibióticos, antes de volver a ser resistente al tratamiento.
"Este es sólo un informe y se necesita más investigación. Sin embargo, esto sugiere que las bacterias intestinales pueden desempeñar un papel muy real y muy importante en la regulación de la eficacia de la medicación para la presión arterial", subraya Yang.
El grupo de investigación tiene previsto continuar su trabajo estudiando la interacción entre otros medicamentos para la presión arterial y otros tipos comunes de bacterias intestinales. Aunque el uso prolongado de antibióticos no es una estrategia realista para tratar la hipertensión resistente al tratamiento, Yang dijo que debería ser posible que alguien altere su microbiota mediante probióticos, prebióticos y cambios en la dieta.
"El objetivo final de mi investigación es identificar formas de dirigirnos específicamente a las bacterias del intestino de un individuo para mejorar la eficacia de los medicamentos --avanza--. Esto tiene el potencial de beneficiar a mucha gente".
El doctor Young Oh, funcionario del programa del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, está de acuerdo en que este estudio representa una pieza importante del rompecabezas para entender la hipertensión resistente. "El microbioma intestinal ha sido poco estudiado en lo que respecta a la hipertensión--reconoce Oh, que no es miembro del equipo del estudio--. Aunque este estudio llena un importante vacío de conocimiento, se necesitan más estudios, sobre todo en humanos, para confirmar los hallazgos".