El desgaste que sufre el organismo a causa del estrés crónico y de por vida también puede aumentar el riesgo de morir de cáncer, según un estudio realizado por investigadores del Medical College of Georgia (Estados Unidos).
Ese desgaste, denominado carga alostática, se refiere a los efectos acumulados del estrés a lo largo del tiempo. "Como respuesta a los factores estresantes externos, el cuerpo libera una hormona del estrés llamada cortisol, y una vez que el estrés ha terminado, estos niveles deberían volver a bajar. Sin embargo, si uno tiene estresores psicosociales crónicos y continuos, que nunca le permiten 'bajar', entonces eso puede causar un desgaste en su cuerpo a nivel biológico", explica el doctor Justin Xavier Moore, epidemiólogo del Medical College of Georgia y del Centro de Cáncer de Georgia.
Los investigadores realizaron un análisis retrospectivo de más de 41.000 personas de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados Unidos, recopilada entre 1988-2019. Esa base de datos incluye medidas biológicas de referencia de los participantes: índice de masa corporal, presión arterial diastólica y sistólica, colesterol total, hemoglobina A1C (los niveles más altos indican un riesgo de diabetes), albúmina y creatinina (ambas medidas de la función renal) y proteína C reactiva (una medida de la inflamación).
Los investigadores utilizaron estos parámetros para determinar la carga alostática. Aquellos con una puntuación superior a 3 se clasificaron como personas con alta carga alostática.
A continuación, cruzaron las referencias de esos participantes con el Índice Nacional de Mortalidad, mantenido por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, para determinar qué personas murieron de cáncer y cuándo.
Los investigadores descubrieron que, incluso sin ajustar ningún factor de confusión potencial como la edad, los datos demográficos sociales como la raza y el sexo, la relación entre pobreza e ingresos y el nivel educativo, aquellos con una alta carga alostática tenían 2,4 veces más probabilidades de morir de cáncer que aquellos con una baja carga alostática.
En una investigación anterior, los investigadores observaron que al examinar las tendencias de la carga alostática a lo largo de 30 años entre 50.671 individuos, los adultos de 40 años o más tenían un riesgo mayor del 100 por cien de tener una carga alostática alta en comparación con los adultos menores de 30 años.
Además, independientemente del periodo de tiempo, los adultos negros y latinos tenían un mayor riesgo de carga alostática elevada en comparación con sus homólogos blancos. Según los investigadores, "gran parte de esto puede atribuirse al racismo estructural, como la dificultad para conseguir mejores oportunidades educativas o préstamos hipotecarios justos y equitativos".
"Si naces en un entorno en el que tus oportunidades son muy diferentes a las de tus homólogos blancos, por ejemplo, siendo una mujer negra, tu trayectoria vital implica enfrentarte a más adversidades", afirman.
Incluso cuando se controla la edad, los investigadores descubrieron que las personas con alta carga alostática siguen teniendo incluso un 28 por ciento más de riesgo de morir de cáncer. "Eso significa que si hubiera dos personas de la misma edad, si una de ellas tuviera una alta carga alostática, tendría un 28 por ciento más de probabilidades de morir de cáncer", detallan.
Si se ajustan los factores sociodemográficos, como el sexo, la raza y el nivel educativo, la carga alostática elevada supone un aumento del 21 por ciento; y si se ajusta el modelo a otros factores de riesgo, como el hecho de que los participantes sean fumadores, hayan sufrido previamente un infarto o se les haya diagnosticado cáncer o insuficiencia cardíaca congestiva, el aumento es del 14 por ciento.
Los investigadores examinaron además la relación entre la carga alostática y la mortalidad por cáncer específicamente entre cada grupo racial/étnico (por ejemplo, adultos negros no hispanos, blancos no hispanos e hispanos). Sin embargo, la carga alostática no estaba tan fuertemente relacionada cuando se desglosaba por categorías raciales. Estos resultados podrían explicarse por el gran tamaño de la muestra original.
"La razón por la que la raza importa es porque hay factores sistémicos que afectan de forma desproporcionada a las personas de color. Pero incluso si se quita la raza, la conclusión es que los entornos en los que vivimos, trabajamos y jugamos, en los que se nos recompensa por trabajar más y a veces se nos ve como débiles por tomarnos tiempo para nosotros mismos, son propicios para un alto nivel de estrés que, a su vez, puede conducir al desarrollo del cáncer y a un aumento de la morbilidad y la mortalidad", remachan los autores.