Los hombres y las mujeres utilizan sistemas biológicos diferentes para reducir el dolor por lo que experimentan el alivio de forma diferente según un nuevo estudio que podría ayudar a explicar por qué las mujeres padecen más dolor crónico y responden menos a los tratamientos con opiáceos.
En la nueva investigación que evaluaba la meditación para el dolor lumbar crónico, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han descubierto que los hombres y las mujeres utilizan sistemas biológicos diferentes para aliviar el dolor.
Así, mientras que los hombres alivian el dolor liberando opiáceos endógenos, los analgésicos naturales del organismo, las mujeres recurren a otras vías no opiáceas.
Los opiáceos sintéticos, como la morfina y el fentanilo, son los analgésicos más potentes que existen. Se sabe que las mujeres responden mal a las terapias con opiáceos, que utilizan moléculas opiáceas sintéticas para unirse a los mismos receptores que los opiáceos endógenos naturales. Este aspecto de los opiáceos ayuda a explicar por qué son tan potentes como analgésicos, pero también por qué conllevan un riesgo significativo de dependencia y adicción.
"La dependencia se desarrolla porque la gente empieza a tomar más opiáceos cuando la dosis original deja de funcionar", explica el doctor Fadel Zeidan, catedrático de Anestesiología y profesor titular de Investigación sobre Empatía y Compasión en el Instituto Sanford de Empatía y Compasión de la Universidad de California en San Diego.
"Aunque especulativos, nuestros hallazgos sugieren que tal vez una razón por la que las mujeres son más propensas a convertirse en adictas a los opioides es que son biológicamente menos sensibles a ellos y necesitan tomar más para experimentar algún alivio del dolor", añade.
El estudio combinó datos de dos ensayos clínicos en los que participaron un total de 98 personas, tanto sanas como diagnosticadas de lumbalgia crónica.
Los participantes se sometieron a un programa de entrenamiento en meditación y, a continuación, practicaron la meditación mientras recibían un placebo o una dosis elevada de naloxona, un fármaco que detiene la acción de los opioides sintéticos y endógenos.
Al mismo tiempo, experimentaron un estímulo térmico muy doloroso pero inofensivo en la parte posterior de la pierna. Los investigadores midieron y compararon cuánto alivio del dolor experimentaba la meditación cuando el sistema opioide estaba bloqueado frente a cuando estaba intacto.
Según los resultado del estudio, el bloqueo del sistema opioide con naloxona inhibió el alivio del dolor basado en la meditación en los hombres, lo que sugiere que los hombres dependen de los opioides endógenos para reducir el dolor.
La naloxona aumentó el alivio del dolor basado en la meditación en las mujeres, lo que sugiere que las mujeres dependen de mecanismos no opioides para reducir el dolor.
Tanto en hombres como en mujeres, las personas con dolor crónico experimentaron un mayor alivio del dolor con la meditación que los participantes sanos.
"Estos resultados subrayan la necesidad de más terapias del dolor específicas para cada sexo, porque muchos de los tratamientos que utilizamos no funcionan tan bien en las mujeres como en los hombres", afirma Zeidan.
Los investigadores concluyen que si se adapta el tratamiento del dolor al sexo de la persona, puede ser posible mejorar los resultados de los pacientes y reducir la dependencia y el uso indebido de opiáceos.
"Existen claras disparidades en el tratamiento del dolor entre hombres y mujeres, pero hasta ahora no habíamos observado una clara diferencia biológica en el uso de sus sistemas endógenos --afirma Zeidan--. Este estudio aporta la primera prueba clara de que las diferencias basadas en el sexo en el procesamiento del dolor son reales y deben tenerse más en cuenta a la hora de desarrollar y prescribir tratamientos para el dolor".