Se trata de un proceso que cumple una función esencial en el desarrollo del embrión, porque permite que células inmóviles epiteliales se conviertan en células móviles que pueden desplazarse para formar los órganos y los tejidos del embrión en formación.
Estas células móviles están programadas para que dejen de moverse una vez que hayan cumplido su función en el desarrollo del embrión. Paradójicamente, este mecanismo que es fundamental para la vida del embrión, puede ser muy nocivo si se reactiva en la edad adulta, puesto que puede facilitar que las células tumorales se propaguen y colonicen otros tejidos y órganos, donde pueden llegar a generar tumores secundarios.
"Hay que seguir estudiando los tumores primarios, sobre todo la heterogeneidad celular. Las células de un tumor no son todas iguales, incluso se pueden encargar de distintas funciones. Y los tumores evolucionan, adquieren nuevas mutaciones que modifican su malignidad. Pero, además, ahora hay que poner el foco en el análisis del nicho metastásico: el entorno en el que las células diseminadas por la activación de los genes embrionarios van a colonizar", advierte Nieto.
Hasta hace unas décadas, el arsenal contra el cáncer se limitaba a cirugía, quimioterapia y radioterapia. En la actualidad, hay terapias más personalizadas y eficaces: dirigidas, inmunoterapia, terapia hormonal, fotodinámica y otros avances, que han hecho más selectivos los tratamientos contra las células malignas.
Con el nuevo arsenal la supervivencia ha aumentado. Sin embargo, este logro queda ensombrecido por la aparición de metástasis, es decir, la generación de tumores secundarios, que suelen ser resistentes a los tratamientos que acabaron con el tumor del que derivan.
Incluso cuando el cáncer puede parecer vencido, algunas células escapadas del tumor inicial pueden haberse asentado en otros órganos, escondidas, invisibles para el sistema inmune. Y pueden pasar años hasta que den la cara. Aunque con mal pronóstico: el 90 por ciento de los fallecimientos por cáncer se deben a las metástasis. De ahí que desentrañar todos sus secretos sea una prioridad.
"La metástasis es el punto clave en el abordaje del cáncer", señala Berta Casar, investigadora del CSIC en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), en Santander. Formada en The Scripps Research Institute (Estados Unidos), Casar dirige un grupo que indaga en los procesos moleculares que regulan la metástasis del melanoma (el cáncer de piel más agresivo), cáncer de próstata y cáncer de páncreas.
En estos procesos desempeñan una función clave las proteínas kinasas, "que son una especie de mensajeros internos de las células sensibles a estímulos externos y que transmiten señales a las células para que inicien diversas actividades en respuesta", resume la científica.
Las kinasas son un tipo de proteína implicadas en dirigir la respuesta de las células a diversos estímulos, como pueden ser factores de crecimiento, citoquinas, virus o carcinógenos. Sobre todo, las proteínas kinasas regulan funciones clave de las células, como la proliferación, la expresión genética, la diferenciación, la mitosis, la supervivencia celular y la muerte celular programada, todos ellos procesos fundamentales en el origen y evolución del cáncer.
"En nuestro grupo utilizamos un abordaje multidisciplinar, que consiste en el uso de líneas tumorales, modelos animales y muestras de pacientes, para comprender cómo la activación de las proteínas kinasas induce la progresión tumoral y la resistencia a las terapias convencionales", explica Casar. Este tipo de proteínas podría convertirse en una diana para fármacos en el tratamiento de la metástasis.