domingo. 24.11.2024

En griego, la palabra apnea (ἄπνοια) significa "ausencia de respiración". De ahí que la apnea obstructiva del sueño sea una enfermedad que se define por paradas en la respiración que se repiten recurrentemente mientras la persona que la sufre duerme. La sensación de ahogo, el cansancio o la somnolencia son síntomas que acompañan a estas personas. Además, esta enfermedad también está relacionada con la incidencia de trastornos cardiovasculares. Para hacer frente a estas problemáticas derivadas es necesario un diagnóstico adecuado de la gravedad de la enfermedad.

Las alteraciones del metabolismo de las personas con apnea del sueño son clave para conocer el grado de la enfermedad. Esos cambios se suelen analizar en sangre u orina, pero en busca de una alternativa menos invasiva y más accesible, un equipo del Departamento de Química Analítica de la Universidad de Córdoba y el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) formado por los investigadores Laura Castillo, Mónica Calderón, Feliciano Priego y Bernabé Jurado ha comprobado, por primera vez, el potencial de las muestras de sudor para conocer la gravedad de la apnea del sueño.

"Analizando el metabolismo del sudor y sus alteraciones, principalmente durante la noche, pudimos ver en qué fase de la enfermedad estaban los pacientes" explica Laura Castillo, la autora principal del estudio. Para ella, las ventajas de usar el sudor frente a otras muestras son claras: "es una muestra no invasiva y limpia ya que, al contrario de lo que pasa con la sangre, no tenemos que eliminar proteínas y es mucho más fácil de analizar y detectar los metabolitos".

En este estudio se analizaron las muestras de sudor de antes y después de dormir de una serie de individuos con apnea del sueño en diferentes estadios, así como de un grupo control sin la enfermedad. 

En esas muestras, usando la técnica de cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas de alta resolución, se identificaron 78 metabolitos y se estudiaron sus cambios, mayoritariamente relacionados con la producción de energía y el estrés oxidativo. "Pudimos ver cómo el propio metabolismo del sudor avisa de esas alteraciones durante el sueño en las que a la persona le empeora la producción de energía y le aumenta el estrés oxidativo" señala Castillo. Así, con un seguimiento personalizado a través del sudor excretado durante el sueño de una persona con la enfermedad, se puede conocer la evolución de la enfermedad y vigilar los posibles efectos derivados, como los problemas cardiovasculares. Además, este perfil metabolómico también permitió, en el ensayo, discernir entre aquellas personas que sufrían la enfermedad y aquellas que no la tenían y pertenecían al grupo control.

Un índice para conocer más en profundidad la enfermedad

Además de establecer el sudor como un buen centinela a la hora de conocer el estadio de la enfermedad, este trabajo también revela la importancia de tener en cuenta el índice de desaturación de oxígeno a la hora de diagnosticar la enfermedad.

Actualmente el diagnóstico de la apnea del sueño se basa en el índice de apnea-hipopnea (IAH), que determina que las personas tienen apnea del sueño según los episodios de falta de respiración que tienen por hora (por ejemplo, la enfermedad es grave cuando tiene 30 o más episodios a la hora). Para el equipo, este índice "no aporta toda la información de la enfermedad o de la situación del paciente en ese momento" ya que cuenta cuántos eventos hay, pero no la gravedad de los mismos.

Por eso, en su estudio comprueban también la importancia de usar ese índice de desaturación de oxígeno que muestra cómo de graves son los episodios midiendo el número de eventos en los que la saturación de oxígeno ha disminuido más de un 3%. Tras comprobar la relación lineal entre este índice y el IAH, se certifica su idoneidad, ya que además de dar los datos que aporta IAH, también profundiza en la gravedad de los mismos, teniendo en cuenta esa pérdida de saturación de oxígeno.

El sudor nocturno refleja la gravedad de la apnea del sueño