La selección española masculina de waterpolo conquistó este sábado la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo, disputado en Fukuoka (Japón), gracias a una victoria frente a Serbia por 6-9 y que estuvo guiada por la producción goleadora de Álvaro Granados y de Felipe Perrone.
Después de la cruel derrota en semifinales del pasado jueves ante Hungría (12-11), encajando el tanto definitivo con mala suerte y en el último segundo del cronómetro, España se recompuso esta vez para ganar al conjunto serbio y acabar el torneo en el tercer escalón del podio.
Desde el primer esprint ganado por Martin Famera, la selección española se mostró más entonada que su adversario, a pesar del 1-0 inicial anotado por Strahinja Rasovic. En la portería de España, Edu Lorrio contó con la titularidad y ese tanto no le amedrentó, pues se erigió en uno de los bastiones de su equipo en los siguientes minutos.
Álvaro Granados y Álex Bustos voltearon rápidamente el marcador, con Bernat Sanahuja adelantando a España con el tercero (2-3) mientras casi todos los ataques serbios pasaban por el brazo diestro de Rasovic. El primer periodo concluyó 3-3, aunque Roger Tahull deshizo la igualada con una buena maniobra en la posición de boya.
Nuevamente marcó el cuadro balcánico, por obra de Nikola Jaksic con un tiro lejano; luego consiguió Granados el 4-5 y de inmediato Rasovic respondió con el empate. Fue entonces cuando los pupilos de Uros Stevanovic se 'secaron', viendo además que el propio Granados anotaba de penalti el 5-6 justo antes del descanso.
Al regreso de los banquillos, Alberto Munárriz amplió la ventaja de su selección (5-7) frente a un rival apagado y sin ideas. A pesar de un penalti fallado por Granados a 3:53 de zanjar el tercer periodo, Serbia no fue capaz de envalentonarse y encajó un doblete de Perrone, dejando visto para sentencia el resultado (5-9).
En la última ofensiva de los balcánicos, con escasos segundos para el bocinazo final, un rebote en la cabeza del propio Perrone tras un disparo de Vuk Milojevic introdujo la pelota en el arco defendido por Lorrio (6-9). En esta ocasión, el golpe de mala suerte no significó las lágrimas de España, pues su renta previa le había valido el bronce.