jueves. 28.11.2024

Los cambios fisiológicos producidos durante el embarazo hacen que la mujer tenga una mayor predisposición a padecer o empeorar la sintomatología de ciertas enfermedades neurológicas como la migraña, la epilepsia, la esclerosis múltiple o la miastenia gravis, que son muy comunes en la edad reproductiva de la mujer.

Así, el riesgo de padecer otras enfermedades neurológicas -como el ictus, la trombosis venosa cerebral, corea, distonía, o el síndrome de piernas inquietas- también aumenta durante el embarazo por lo que desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) recuerdan la necesidad de identificar precozmente los posibles riesgos y llevar a cabo medidas que protejan la salud de la mujer.

"Durante el embarazo se producen una serie de cambios fisiológicos que, combinados con procesos patológicos propios de este periodo, hacen que la mujer tenga una mayor predisposición a padecer ciertas enfermedades neurológicas. Y, quizás, la enfermedad que puede tener las consecuencias más devastadoras es el ictus", explica la vocal de la SEN, la doctora Susana Arias.

En este sentido, la doctora asegura que las mujeres embarazadas y las que se encuentran en el puerperio "tienen un mayor riesgo de sufrir un ictus isquémico, hemorrágico o una trombosis venosa cerebral ya que la incidencia de ictus durante el embarazo y el postparto es aproximadamente el triple de la incidencia en mujeres no gestantes de la misma edad".

Las trombosis venosas cerebrales que se producen durante el embarazo y puerperio representan el 15-20 por ciento del total de los casos anuales pero, además, el uso de anticonceptivos hormonales es el principal factor de riesgo en las mujeres jóvenes. Por otra parte, en el caso de las mujeres embarazadas, los ictus hemorrágicos suponen el 50 por ciento de los casos de ictus, a diferencia de la población general donde suponen solo el 15 por ciento de los casos. Asimismo, por cada 100.000 embarazos, se producen 35 casos de ictus isquémicos y existen datos para pensar que esta incidencia va en aumento debido al retraso en la edad de la maternidad y al aumento de incidencia de la obesidad en las mujeres gestantes.

Los períodos de mayor riesgo son el tercer trimestre y el postparto, hasta las 12 semanas. Además, los factores de riesgo más importantes en los ictus gestacionales son "el tabaquismo, los antecedentes de migraña, cardiomiopatía, estados de hipercoagulabilidad primaria, la edad (sobre todo a partir de los 35 años) y las complicaciones del embarazo como hipertensión gestacional y preeclampsia, hemorragia postparto, transfusión, e infecciones durante el parto y también se han relacionado con un aumento de incidencia de ictus la reproducción asistida y el parto por cesárea", destaca la doctora Susana Arias.

"Señalar también que la hipertensión gestacional, que afecta a uno de cada 10 embarazadas, predispone a padecer cualquier tipo de enfermedad vascular de forma precoz y algunos estudios hablan incluso de que este riesgo se mantiene hasta 17 años después del parto", añade.

Los trastornos del sueño en las mujeres son más pronunciados durante los períodos de la vida caracterizados por un cambio hormonal significativo (menstruación, embarazo/lactancia, perimenopausia y posmenopausia) y se estima que más del 80 por ciento de las mujeres embarazadas los experimentan, en especial en el tercer trimestre. El embarazo puede tanto exacerbar trastornos del sueño ya presentes como desencadenar otros nuevos, como por ejemplo el insomnio, presente en hasta el 60 por ciento de las embarazadas, o el síndrome de piernas inquietas, en hasta un 30 por ciento.

En mujeres embarazadas el síndrome de piernas inquietas es tres veces más frecuente que en las no embarazadas. La corea gravídica es el trastorno del movimiento hipercinético más frecuente en el embarazo seguido de la distonía. Implica el desarrollo de corea durante la gestación y el periodo de presentación más frecuente es el primer trimestre del embarazo en el 50 por ciento de los casos, aunque en un tercio de los casos se producirá una remisión espontánea antes del parto.

Las fluctuaciones hormonales a lo largo del ciclo menstrual también pueden afectar a la frecuencia de crisis epilépticas. Aproximadamente en un tercio de las mujeres con epilepsia ven aumentada en el doble o más la frecuencia de crisis epilépticas durante una etapa específica del ciclo menstrual.

"Aunque la mayoría de las mujeres con epilepsia tienen un embarazo, parto y descendencia normales y, por lo tanto, no debe contraindicarse el embarazo, a estas pacientes siempre se las debe incluir dentro de la categoría de embarazo de alto riesgo, ya que el riesgo de mortalidad materna es diez veces mayor que en la población general, al igual que también tienen aumentado otros riesgos obstétricos y fetales como aborto espontáneo, hemorragia preparto, hipertensión gestacional, preeclampsia, presentación podálica, inducción del parto, parto por cesárea o parto prematuro", comenta la vicepresidenta de la SEN, la doctora Cristina Íñiguez.

La esclerosis múltiple es una enfermedad mayoritariamente femenina, ya que se diagnostica en tres mujeres por cada hombre y mayoritariamente en edad fértil. Y aunque esta enfermedad neurológica no provoca efectos negativos sobre el embarazo, no aumenta el riesgo de malformaciones congénitas, ni de abortos, y tampoco hay mayor riesgo en el momento del parto, también requiere de una planificación previa, ya que es aconsejable que el embarazo se lleve a cabo tras una etapa de estabilidad de la enfermedad y porque, además, en muchas ocasiones, se retirarán los tratamientos habituales.

"Aunque es conocido el efecto protector del embarazo en la ocurrencia de brotes de esclerosis múltiple, debido a los cambios hormonales producidos, es también habitual que estos brotes aumenten en los primeros meses tras el parto, sobre todo cuando se han dado brotes en el año previo al embarazo o durante el mismo. Calculamos que se producen recaídas en aproximadamente un 30-40 por ciento de las pacientes durante los primeros tres meses tras el parto. Por ello, es importante planificar adecuadamente con las pacientes cuándo puede ser un buen momento para que sean madres", comenta la doctora Cristina Íñiguez.

La miastenia gravis debe tratarse eficazmente también durante el embarazo, pero con precaución para no producir daño en el feto, por lo que el embarazo debe ser planificado, con la enfermedad en situación estable. Y, aunque no se ha encontrado un incremento de casos de inicio de miastenia durante el embarazo, sí en el puerperio: el último estudio realizado al respecto señalaba un riesgo de desarrollar esta enfermedad neuromuscular cinco veces mayor en los seis primeros meses tras el parto, especialmente tras el nacimiento del primer hijo.

La migraña es una de las patologías más prevalentes sobre todo en mujeres en edad fértil y por ello es un motivo de consulta muy frecuente durante el embarazo y el puerperio. No en vano, es dos veces más común en mujeres que en hombres, y en su evolución influyen no solo la menstruación, sino también la menarquia, el embarazo, la menopausia y el uso de fármacos anticonceptivos o de terapia hormonal de sustitución. Y, aunque la mayoría de mujeres experimenta durante la gestación una gran mejoría de la frecuencia e intensidad de sus ataques, tras dar a luz, hasta un tercio de las mujeres vuelve a empeorar durante la primera semana de puerperio y más del 50 por ciento en el primer mes.

Los cambios del embarazo pueden empeorar síntomas de enfermedades neurológicas