Científicos de la Universidad de Granada (UGR) han detectado los factores que promueven la resiliencia de los adolescentes en riesgo y resultan fundamentales para evitar el suicidio --como el optimismo, la esperanza, el control de impulso o las habilidades sociales-- y han diseñado un mecanismo de evaluación para potenciar dicha resiliencia en jóvenes que previamente se hayan infligido lesiones o hayan tenido una tentativa de suicidio.
Este instrumento se puede aplicar en centros educativos y sanitarios, y consiste en una serie de pruebas y test que evalúan reintentos futuros de suicidio en adolescentes en riesgo, es decir, en aquellos que hayan realizado lesiones autoinfligidas previas o intentos de suicidio anteriores o en los que se prevea una alta vulnerabilidad suicida por acoso escolar o abuso, entre otros factores.
También existe una versión para adultos y ambos instrumentos, denominados SRSA-18 adultos y SRSA-18 adolescentes, han sido creados directamente con población clínica española, no son traducciones ni adaptaciones de otros países.
"Al ser pruebas de cribado basadas exclusivamente en factores de protección el adulto o adolescente no sabe que se le está preguntando sobre intentos futuros porque no aparece en ninguna pregunta nada relacionado con suicidio o tentativas, lo que resulta más útil para su aplicación en contextos escolares o institutos y no solo en ámbitos hospitalarios o clínicos, sobre todo en población altamente sensible y vulnerable a estas cuestiones", detalla David Sánchez Teruel, profesor titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR, y miembro de la Spanish Society of Suicidology, que encabeza este estudio.
El instrumento está constituido por 18 preguntas en total que miden resiliencia al reintento futuro de suicidio a través de 3 subdimensiones concretas: protección interna, estabilidad emocional y protección externa. Cada una de estas dimensiones miden factores que protegen contra los reintentos de suicidio y valoran la resiliencia específicamente en población clínica española.
El suicidio se ha convertido en un problema de salud pública mundial que roza niveles de pandemia; es la tercera causa de muerte no accidental en el mundo y la cuarta causa de muerte en adolescentes y jóvenes.
En algunos países como España, los datos actuales (2020) respecto a 2019 detectan que sigue siendo la primera causa de muerte no accidental y denotan un alto incremento (250%) de las lesiones y tentativas de suicidio en adolescentes y jóvenes.
"A lo largo de los últimos 50 años, la literatura científica sobre el suicidio sigue sin ofrecer una imagen clara para implementar estrategias de prevención en determinadas subpoblaciones clínicas, como adolescentes que han realizado lesiones o intentos previos de suicidio. Esto se debe a una excesiva focalización del interés sobre la detección de factores de riesgo como el acoso escolar, problemas de salud mental y su estigmatización asociada, enfermedades físicas graves, problemas de interacción o las experiencias adversas en la infancia, entre otros".
Sin embargo, "a fecha actual ninguno de estos factores de riesgo ha conseguido ser clave para la prevención de lesiones futuras o reintentos más graves de suicidio en estas edades tempranas", expone el profesor Sánchez Teruel.
Estudios recientes realizados en España sobre 628 adolescentes que habían realizado lesiones o tentativas suicidas previas han detectado que existen factores específicos que protegen a esta población, minimizando el efecto negativo de los factores de riesgo y potenciando la resiliencia en estas edades.