En el pequeño municipio de Lleida, Jenny, una administrativa de 39 años que prefiere no revelar su apellido, jamás imaginó que su lucha de décadas contra el sobrepeso encontraría una solución tan radical. Tras intentarlo todo —dietas estrictas, planes de ejercicio y consejos médicos—, su vida dio un vuelco hace siete meses gracias a un medicamento inicialmente diseñado para tratar la diabetes: el Ozempic.
"Siempre he tenido sobrepeso, nunca fui delgada", admite Jenny al recordar cómo llegó a pesar 30 kilos más de lo que ahora muestra la báscula. Su decisión de probar Ozempic surgió de una necesidad médica: tenía que perder peso para someterse a una operación quirúrgica. "Me contaron que había un medicamento originalmente para diabéticos, pero que también se estaba usando para combatir la obesidad. Pensé, ¿por qué no?", comenta la catalana, quien accedió al tratamiento a través de la sanidad pública.
Un cambio físico, pero también social
Tras recibir la receta de Wegovy, una versión comercial del Ozempic diseñada específicamente para tratar la obesidad, Jenny comenzó a experimentar los primeros efectos. "Perdí el apetito casi de inmediato, sentía náuseas constantes y, simplemente, comía menos", relata. Aunque los kilos comenzaron a desaparecer, también lo hicieron los placeres asociados a la comida. "Dejé de disfrutar cosas que antes amaba, como las patatas fritas o el café".
Sin embargo, el impacto del tratamiento no se limitó a su cuerpo. Jenny enfrentó críticas y juicios sociales sobre el uso del medicamento. "Algunos dicen que es una solución para vagos o que es el camino fácil, pero estar con náuseas y modificar tu estilo de vida no es fácil", se defiende. Además, asegura que la obesidad sigue siendo una enfermedad estigmatizada: "No estamos obesos por capricho, y tratarlo no debería generar más culpa".
El fenómeno global de Ozempic
Detrás de este revolucionario medicamento está la farmacéutica danesa Novo Nordisk, que en 2023 se convirtió en la empresa europea de mayor valor en bolsa, superando incluso a gigantes como Louis Vuitton. Todo comenzó con el lanzamiento de Ozempic en 2018, aprobado por la Agencia Europea del Medicamento como complemento de dieta y ejercicio para pacientes con diabetes tipo 2.
El potencial del medicamento para ayudar a perder peso lo convirtió en una herramienta inesperada para combatir la obesidad, y en 2024 se lanzó Wegovy, una versión indicada específicamente para personas con obesidad. Tanto Ozempic como Wegovy están basados en la molécula semaglutida, que induce una sensación de saciedad al ralentizar la digestión y enviar señales al cerebro.
Un éxito con riesgos
Aunque los resultados han sido espectaculares para muchos, el auge de estos medicamentos ha provocado preocupaciones. La alta demanda ha generado desabastecimiento en farmacias, especialmente entre 2023 y 2024, afectando a pacientes diabéticos que necesitan Ozempic como parte de su tratamiento principal. Además, el consumo sin supervisión médica se ha convertido en un problema creciente.
Las redes sociales han amplificado este fenómeno, con influencers y figuras públicas documentando su pérdida de peso gracias a Ozempic, lo que en ocasiones ha llevado a un uso irresponsable. Por ejemplo, Victoria Nava, una actriz mexicana, terminó en el hospital tras automedicarse con dosis más altas de las recomendadas. "Me sentí fatal, vomité todo el día y me desmayé. Ahora sé que me puse en peligro por ignorancia", confesó en un vídeo posterior.
El debate sobre la gordofobia
El éxito de Ozempic también ha reabierto el debate sobre la presión social hacia los cuerpos no normativos. Jenny, por ejemplo, se ha encontrado en el centro de críticas desde ambos lados. "Si estás gorda, te juzgan. Si adelgazas, también. Nunca es suficiente", comenta.
Lara Gil, del podcast Nadie hablará de nosotras, critica el fenómeno Ozempic como una herramienta más de la "cultura de la dieta". Según Gil, se promueve la delgadez solo si va acompañada de sufrimiento: "Es como si solo te dieran permiso para existir cuando te has matado de hambre o te has destrozado en el gimnasio".
El futuro de los tratamientos
Pese a las controversias, expertos como el endocrinólogo Antelm Pujol destacan la efectividad del medicamento. "Es una herramienta muy útil, pero debe combinarse con cambios en los hábitos de vida", señala. Aunque reconoce los riesgos de un uso descontrolado, Pujol defiende que estos medicamentos pueden transformar la vida de las personas cuando se administran de forma adecuada.
Jenny, por su parte, afirma haber aprendido a escuchar a su cuerpo durante el proceso. "Ya no como hasta estar llena, sino hasta que dejo de tener hambre", dice. Aunque el coste mensual del tratamiento (292 euros) no está cubierto por la Seguridad Social, asegura que ha valido la pena.
"Mi vida ha cambiado mucho", concluye. Pero, al mismo tiempo, reflexiona sobre lo que ha aprendido: "La obesidad no es un capricho. Y combatirla tampoco debería ser un motivo de vergüenza".