La Nochevieja se caracteriza por la presencia de diversos elementos pirotécnicos como petardos, fuegos artificiales, bengalas, tracas o bombetas. Sin embargo, la sobreexposición o el descuido ante esta actividad puede generar lesiones tanto auditivas como oculares.
“En este tipo de noches, aumentan las visitas oftalmológicas debido a lesiones oculares como quemaduras o impactos oculares”, señala Emilio Dorronzoro, jefe de Oftalmología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja. “La incorrecta manipulación de los petardos, y no tener precaución a la hora de mantener una distancia adecuada, puede provocar que los componentes del artefacto entren en el ojo causando problemas mayores”, matiza.
En este sentido, Dorronzoro explica que esto se produce porque la velocidad con la que entran en el ojo estos fragmentos incandescentes es muy elevada y, por ello, no da tiempo a cerrar el ojo a tiempo, entrando en contacto con la córnea de manera inmediata. “El fragmento puede así quedar incrustado en la córnea o debajo del párpado”, añade. Ante este tipo de situaciones, resulta decisivo que el afectado acuda a un servicio de emergencias oftalmológicas para evitar lesiones graves como una perforación o la presencia de un cuerpo extraño intraocular
Además, el estallido pirotécnico puede causar lesiones auditivas debido a la sobreexposición prolongada a niveles superiores de ruido o fuertes impactos sonoros. “Los petardos pueden oscilar desde los 60 decibelios hasta los 110. Incluso, en algunas ocasiones pueden llegar a los 120 decibelios, lo que es conocido como el umbral del dolor en la escala de decibelios soportables por el oído humano”, explica el especialista.
Ante este nivel sonoro, las explosiones de petardos o similares pueden provocar problemas auditivos temporales o incluso permanentes, siendo los acúfenos una de las molestias más frecuentes. “Se trata de sonidos similares a pitidos o zumbidos que suelen darse en tonos agudos. Pueden durar desde horas o días, hasta periodos más prolongados en el tiempo y, en algunos casos, pueden alterar el sueño y llegar a perjudicar aspectos como la concentración o la realización de tareas cotidianas”, explica Dorronzoro.
En cualquier caso, la mayor parte de los accidentes que se atienden cada año son evitables si se lleva a cabo una correcta manipulación de los petardos, de acuerdo con las instrucciones del fabricante y las recomendaciones de seguridad de los organismos públicos. En este sentido, es muy importante respetar las edades requeridas para manipular cada categoría pirotécnica.
A la hora de evitar lesiones oculares, el uso de gafas protectoras va a contribuir a reducir notablemente la incidencia de este tipo de accidentes. Además, es preciso conocer cuál es la distancia exacta en la que se deben activar los elementos pirotécnicos.
En caso de que se produzca un impacto directo en el ojo, es necesario taparlo con una compresa limpia y acudir lo más rápidamente posible al servicio de urgencias oftalmológicas, avisando por teléfono previamente si es posible para que el equipo quirúrgico esté preparado para recibir al paciente. En caso de pequeñas abrasiones por entrada de cuerpo extraño, ya sea humo, pólvora o restos de material pirotécnico, lo primero que se debe hacer es lavar abundantemente el ojo con suero fisiológico o agua, sin presionarlo, para intentar eliminar la partícula, además de acudir, asimismo, al servicio de urgencias.
En cuanto a la prevención auditiva, la mejor opción es alejarse lo máximo posible del lugar en el que se explotan los petardos, y valorar el uso de tapones específicos para reducir el riesgo de problemas mayores. En cualquier caso, siempre que se produzca una lesión el afectado debe acudir al hospital.